martes, 20 de mayo de 2014

¿ PORQUE NO ME LA REVIENTA EN LA CABEZA?



                           ¿PORQUE NO ME LA REVIENTA EN LA  CABEZA?
                                               
En los años de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, entre 1950 a 1958, no obstante la represión que contra los caicareños ejercía la Seguridad Nacional,  los jóvenes desafiaban el velado toque de queda y salían  a darle serenatas a las muchachas. Al día siguiente “Radio Bemba” informaba que fulano de tal lo agarró la policía municipal y le dio una rumba de rolazos  por andar despertando a la gente en horas de la madrugada.
Entre los valientes cantadores de serenatas se encontraba un solitario coterráneo que salía solito, con su cuatro y su botellita de ron Santa Bárbara en el bolsillo a dar su serenata. Así, pasaba casi toda la madrugada cantando de ventana en ventana, sin importarle si detrás de esa ventana estuviera una mujer o un hombre. Su objetivo era dar serenata, tocar el cuatro y tomarse su aguardiente sin ofender a nadie y menos a las autoridades. En una oportunidad en que recorría al pueblo cantando sus serenatas, se le acabó el aguardiente y se dispuso a visitar a todas aquellas personas que podían venderle una botellita de ron. En todas partes le decían que no, otros no respondían  su llamado, hasta que llegó a la bodega de Ramón Guzmán, frente a la plaza Miranda. Tocó la ventana varias veces hasta que escuchó una voz que preguntó: ¿ Quién es? . Soy yo, Sr Ramón….Rodrigo Caña y deseo que me venda una botellita de ron para mitigar este frío que me tiene engatillado los músculos y los huesos”. Por la misma ventana, Ramón Guzmán  recibió el dinero y le entregó la botella de ron. Rodrigo caminó hacia la plaza y allí se consiguió con Luís Bastado, quien vivía con su familia en la casa de los Domínguez, en  la misma plaza, frente al árbol de aceite, quien se disponía esa hora a matar un cochino en casa de Ramón Guzmán, y le dijo: “Hola, amigo Luís, como está, se quiere tomar un palito de aguardiente? – y le ofreció el litro de ron. Luís Bastardo,  agarró el litro y comenzó a beber y cuando terminó dejó en la botella una pequeña cantidad que se podía medir con el grosor de un dedo. Rodrigo disgustado, tomó el frasco, lo alzó a ras de la luz del bombillo y observó la cantidad de licor que le habían dejado y exclamo: ¿AMIGO LUÍS, PORQUE NO ME REVIENTA LA BOTELLA EN LA CABEZA?”
La persona desconsiderada con el amigo, con su familia y con sus semejantes que le expresan amistad poco le importa los esfuerzos que éstos tienen que hacer para lograr  las cosas y satisfacer sus deseos o necesidades. El desconsiderado solo piensa en satisfacer sus caprichos y su ego. No es amigo de nadie y menos  es un leal compañero de camino.


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