viernes, 23 de mayo de 2014

ENTREVISTA QUE ALDEMARO BARRIOS LE HACE A FÉLIX LEONETT CANALES






Félix Leonett Canales ingresa al frente guerrillero Ezequiel Zamora desde sus inicios y llega a ocupar responsabilidades  militares  y políticas durante el proceso de existencia de ese frente. Su testimonio es esclarecedor porque detalla muchos datos que contribuyen a conocer y reconocer todo el desarrollo de las operaciones guerrilleras en el tiempo y espacio que existió.
F.L: mi nombre es Félix Leonett Canales, natural de Caicara de Maturín-Estado Monagas. El seudónimo  que tenía era “Manuel”, me llamaban  “Comandante Manuel”.
A.B:¿Cuándo sube Ud. a El Bachiller?
F.L: Subo a finales del año 1963, producto de un traslado que ordenó el partido (MIR). Estábamos en oriente, por los lados de Mundo Nuevo, en la cordillera del Turimiquire, haciendo las primeras excursiones  de reconocimiento del terreno, bajo el mando de Jesús Vicente Méndez, prestigioso dirigente agrario del MIR en Monagas. Estaba también Julio Cabello, periodista y profesor universitario, quien fungía como comisario político.
A.B: ¿El periodista Julio Cabello?
F.L: Sí, Julio Cabello el periodista era el comisario político
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A.B:¿Cuál fue su primera responsabilidad en ese momento?
F.L: De dirección ninguna. Como la mayoría, tenía la condición de raso, eso sí llegué a tener la confianza de la comandancia porque fui disciplinado, muy activo,  conocedor de la zona y de los campesinos. Fui maestro de escuela y entré a la política a partir del año 1959 y como militante del MIR desde su fundación comencé a realizar el trabajo político en coordinación con el partido comunista,  los adecos nos llamaban “cabezas calientes”. Yo era uno de esos, radical cien por ciento, opuesto a las políticas de Rómulo Betancourt, por eso desataron una feroz persecución política contra mí, de tal manera que cada vez que sucedía algún movimiento de masas en Caracas iba una patrulla de Caicara de Maturín comandada por el tuerto Luís Rivas, me detenían frente de mis alumnos y con violación al debido proceso, al derecho a  la defensa y de los derechos humanos me mantenían preso hasta por un mes junto con el Dr. Ramón Canelón, médico en Caicara de Maturín, que los adecos tildaban de comunista. ¡Y todavía dicen los adecos y copeyanos que respetaban los derechos humanos.¡
De los sesenta maestros que captó el MIR en Monagas y que Acción Democrática les hizo la vida imposible,  de primero en la lista estaba yo e hicieron todo lo que estuvo a su alcance y aplicaron sus macabras ideas para sacarme como maestro de aula, hasta que lo lograron. Sin trabajo productivo me dediqué entonces al partido a tiempo completo. Ingresé al aparato armado del MIR en Monagas hasta que por una delación fui apresado por la Digepol, en Maturín, con la suerte de escapármeles  cuando me conducían a la sede de ese cuerpo represivo y criminal, al chocar la patrulla que me conducía con otro carro en el cruce de la calle Arrioja con la que baja pasando por la plaza Ayacucho. A los tres días de estar enconchado en casa del hermano de Andrés Cova Mata me subieron para Mundo Nuevo, donde estaba Jesús Vicente Méndez haciendo trabajo de masas con los campesinos. Llegué a la hacienda de Don Catalino Siso, estuve escondido en un cañaveral visitado solamente por el dirigente agrario. A los dos meses, a iniciativa propia,  salí y comencé hacer amistades con los trabajadores de  la hacienda y con los hijos del viejo Catalino, quienes nos prestaron su decidido apoyo para los proyectos que más tarde comenzamos a desarrollar. Nuestras actividades llegaron a oído del gobierno nacional quien, con la Guardia Nacional y otros cuerpos represivos, nos reprimió sin llegar apresarnos.  En la última incursión el comando de la incipiente guerrilla, sin la presencia de Jesús Vicente Méndez, tomó la decisión de bajarnos a todos. Se me encomendó la misión de guardar las armas, cuestión que cumplí, y en compañía de Julio Cabello nos trasladamos a Caracas. Así fue como conocí a Caracas por vez primera. Llegué a la casa de la Jucha, esposa para ese entonces  de Julio Cabello. A los dos meses más o menos el partido tomó la decisión de enviarme a El Bachiller, pero que antes debía  ir a Monagas a buscar las armas dejadas en oriente.

A.B ¿Dónde quedaba la escuela donde Ud. trabajaba?
F.L: En Areo, una parroquia del municipio Cedeño del Estado Monagas.
A.B: ¿Por dónde Ud. entra a El Bachiller  a finales del año 62?
F.L: Entré por Corozal en compañía del flaco Américo Silva, quien además de camarada, compañero de lucha por hacer realidad nuestros ideales, era mi paisano, hijo también de Monagas y  miembro del Distrito 12 del MIR , en Caracas, que dirigía la lucha armada urbana contra el gobierno  anti-popular y entreguista de los adecos, pero antes de subir a la montaña fui junto con otro compañero llamado Pedro Méndez, sobrino de Jesús Vicente Méndez, a buscar las armas a oriente y las entregamos a los campesinos nuestros de Corozal para que se las entregaran a la guerrilla, misión que fue cumplida sin objeción.
A.B: Cuando  Ud. sube por Corozal ¿qué encuentra?
F.L: Habían unos veinte hombres que constituían no una guerrilla, sino un grupo armado cuya misión era crear una escuela guerrillera formadora de cuadros militares y  políticos  entrenados para resistir, mantenerse y triunfar en cualquier montaña del país. El comando lo integraban: Trino Barrios (comandante Sánchez), Víctor Soto Rojas (comandante Mendoza-comisario político), Coquito (Iván González), responsable de armamento, Juan Ramón Ortega el Águila, el hermano de éste que era el paramédico, Bejuma y Raúl. Y los demás combatientes
A.B: Hay un período que va del año 62 al 64, que es un período de crecimiento de formación ¿Ud. le toca subir por Corozal e integrarse como combatiente raso?
F.L: Humildemente, sí. A esto contribuyó una especie de una infundada sospecha que Trino Barrios tenia ante la conducta del flaco Américo Silva de atender, como atendió la logística del frente, porque según Trino, el flaco quería subir a El Bachiller y personalmente asumir el comando de la tropa guerrillera. y como yo era muy amigo y apreciado por Américo inmediatamente  me vieron como un agente del flaco para lograr sus objetivos. Me veían con recelo, con escepticismo, desconfianza,  alguno de ellos se me acercaba y planteaba problemas  para ver si las opiniones mías eran o no contradictorias con su forma de pensar  y  ver el desarrollo del frente. Al fin se convencieron de que Américo no tuvo nunca planes de desplazar  a Trino del comando de la guerrilla ni yo conocía nada al respecto ni tampoco me prestaría para una acción de esa naturaleza.
A.B: ¿Cómo se manifestaba eso? 
 
F.L:  En que no confiaban en mí, pero en la medida que me fui vinculando voluntariamente, como soldado raso, a los trabajos, al quehacer diario de la guerrilla, fomentado la armonía, la alegría  y la hermandad entre nosotros fue apareciendo la confianza hacia mí y me designaron jefe de abastecimiento del frente guerrillero Ezequiel Zamora.
A.B: ¿Eso ocurre inmediatamente que Ud. sube?
F.L: La desconfianza, el recelo y  el escepticismo ocurren inmediatamente desde  el  momento que llegué, pero lo demás ocurre a finales del año 63. Varios meses tuve que soportar injustamente esta sutil sospecha hasta que se convencieron que estaban equivocados de lo que pensaban del flaco Américo y de mí.
A.B: ¿Qué acciones de carácter ofensivo hicieron que recuerde  Ud.?
F.L: Después del cerco del año 64, donde quedamos del comando solamente Bejuma, el comandante Ramírez (Fernando Soto Rojas) y yo, además de unos 17 hombres de los cuales la mayoría de ellos hubo que bajarlos porque presentaban signos profundos de desmoralización, se aterrorizaban y se lanzaban a nuestros pechos  cuando escuchaban el ruidos de los aviones, helicópteros o de una bomba, planificamos el desarrollo del frente, no como una escuela guerrillera, sino como un frente más de la lucha guerrillera dada la importancia estratégica y política que tenía nuestra ubicación tan cercana a Caracas, sede de todos los poderes públicos y cercano a otros centros poblados del Estado Miranda. Esa cercanía permitía, además  de otras ventajas y desventajas, que nada  de lo que sucediera en nuestra zona guerrillera podría ser callado por el gobierno nacional y los medios públicos y privados, no obstante que seríamos el frente más perseguido y cercado para liquidarlo como en la práctica lo fuimos. Después de fortalecernos en cuanto a personal, armas, logística y dinero  planificamos varias acciones: la toma de la Horqueta, Sabana Grande de Orituco, San José de Guaribe, el Verde, un fundo cafetalero. Ya antes, había ocurrido la acción de Palenque donde se contuvo al ejército para salvar las sardinas y la leche condensada compradas y allí depositadas. Pero cotidianamente, corrían peligro nuestras vidas. Caímos en emboscadas con pérdidas de combatientes nuestros, pero también gente de ellos. Las más lamentables para nosotros fue el encuentro de La Horqueta, de la cual se deriva la muerte de Leonel Gómez , Trino Barrios , Víctor Soto Rojas, Juan Ramón Ortega, Heriberto Cartagena, Jesús María Hernández (La Bestia) , y hecho prisionero José Alejandro Gálvez;  la emboscada del cerro La Pelea donde murieron cuatro combatientes  y otro herido (Eloy) fue entregado por un vecino y fusilado por el ejercito; y el encuentro donde murió el comandante Bejuma y mi compadre Sebastián por la zona de Chuspita.
A.B::¿Qué significado tiene para la guerrilla María Morales? 
F.L: A María Morales  la contactamos por casualidad. Estábamos explorando cuando escuchamos el ladrido de unos perros y nos acercamos para ver que sucedía. Conseguimos a María Morales, con una adolescente y un menor sacando una lapa de una cueva, la ayudamos a sacarla  y le hablamos de la revolución y porqué debíamos todos los pobres y  la clase media incorporarnos a ella, ayudando de cualquier forma a lograr la victoria para combatir el hambre, la miseria,  la exclusión y rescatar nuestras riquezas  para que nuestro pueblo tenga la oportunidad de vivir mejor. Para ese momento María tendría unos cuarenta a cuarenta y cinco años, era una mujer blanca, buenamoza y muy conversadora, valiente. Luego conocimos el resto de la familia. Para sorpresa nuestra conocimos al viejo Morales, papá de María, pisaba los ochenta años, pero fue todo un revolucionario, valiente, comprometido con nosotros en cuerpo y alma. Nos prestó muchos servicios. Sin conocer a Caracas fue a realizar una misión nuestra y la hizo a la perfección. Se le dijo, viejo aquí tiene este dinero, contrate un carro que lo lleve expresamente a Caracas y que lo deje en la plaza Andrés Bello, póngase allá un sombrerito con una cinta roja y se sienta en uno de los bancos, se le acercará una persona que le hablará de lo bello que le queda el sombrero. Ese es nuestro contacto, le entrega esta carta y espera la respuesta y nos las trae. y el viejo camarada  realizó  la misión a la perfección. Realizó muchas más. Nunca nos  falló.
La familia Morales nos ayudó mucho en compra de alimentos, llevando y trayendo información y atendiéndonos  en su casa en Las Américas.  Cuando llegaba el ejército a su casa María Morales  agarraba el pilón y comenzaba a pilar dándole duro para que nosotros escucháramos si estábamos cerca.  Actualmente María está ciega  y vive en el Guapo, pero sigue firme en sus ideales y confía en nuestra amistad, hermandad y en la revolución que lidera el Comandante Hugo Chávez Frías
A.B: Esa era la contraseña. Ahora, cuando a Ud., le tocó ser jefe de abastecimiento del frente como organizó ese sistema, cómo planearon el abastecimiento porque ese era uno de los grandes problemas que tenía que resolver constantemente el frente?
F.L: Primero nos dimos a la tarea de abrir diferentes vías de abastecimiento y de información. Caserío que controlábamos designábamos un responsable de abastecimiento y su tarea, mediante dinero que le entregábamos, era comprar enlatados, sal , azúcar, pasta, leche, etc. así mismo, designábamos una persona responsable de información que en cualquier momento pudiéramos  enviarlo a Caracas o a ciudades cercanas a llevar y traer información.
Segundo, territorio explorado era territorio sembrado de pipotes pequeños  de plástico que contenían sal, azúcar, enlatados,  arroz, espaguetis, leche condensada y hasta hilos, agujas y otras cosas necesarias. Éstos pequeños envases se enterraban cerca de árboles grandes y frondosos, con sus coordenadas y una determinada distancia del árbol escogido como punto. Solo era conocido por mí y el resto del comando del destacamento guerrillero.
Como producto de este trabajo  realizado antes del cerco o de los cercos militares fue que sobrevivió la guerrilla. En uno de esos cercos durante tres meses comimos sardina o carne de buey  y  leche condensada por la mañana y otra ración en la noche ya que no se podía cocinar de día y si se hacía de noche había que resguardar la fogata de la vista de los aviones de reconocimiento nocturno.
A.B: ¿Cuándo comienza el cerco?

 FL: El primer cerco militar  comienza entre junio y julio de 1964, como consecuencia de  dos factores que se dieron simultáneamente. Una semana anterior  al cerco yo había bajado con la orden de comprar una gran cantidad de sardinas enlatadas y de leche condensada. Hice la compra y la llevamos en un camión  a media noche a Corozal donde unos treinta campesinos nos ayudaron a trasladarlas al pie de la montaña. De allí los guerrilleros la llevamos al puesto de Palenque. Esa movilización dejó muchas huellas en Corozal y unos campesinos adecos vieron ese marcado rastro y denunciaron la situación ante la Guardia Nacional. Y  no  solo se metió este cuerpo represivo sino que también lo hizo el ejército,  la rural y la Digepol. Esto coincidió con la delación de “Pata e kilo”, quien fue agarrado en el estado Aragua y  delató su estadía en la guerrilla de El Bachiller y se prestó para llevarlos a la montaña. Cuando el enemigo sube no quedó más remedio  que contenerlos y ganar tiempo para salvar el abastecimiento que transitoriamente teníamos  en puesto Palenque. Tres días tuvimos  conteniendo al enemigo y en las noches  sacando las sardinas y la leche condensada hasta la fila arriba donde otros guerrilleros la transportaban a otro sitio. Así se hizo, ninguna cayó en manos del enemigo
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A.B:¿Quien era “Pata e kilo” y cómo se llamaba?
F.L: No recuerdo su nombre. Era de color negro, de una estatura de un metro noventa centímetros, con el pie muy grande y conversador, fue uno de los siete combatientes que el negro Mora nos envió desde Maracay  y que yo recogí una madrugada en Corozal. Le dimos permiso para que bajara porque había un problema en su familia que solo podría resolverse con su presencia, pero fue hecho preso y careció del valor sustentado por una verdadera conciencia revolucionaria y cedió como un cobarde a cantar al enemigo todo lo que  sabía del frente guerrillero
A.B: Entonces comienza el cerco en junio-julio del 64. ¿Uds. estaban concentrados  o estaban dispersos como guerrilleros?
F.L: Estábamos concentrados. La comandancia estaba en Luna II  cuando ocurrió el primer cerco militar, ubicada  al norte de San Francisco y desde allí recibíamos todos los días información de Palenque, puesto Hornos, de Las Américas, de San Francisco y de Desiderio canelón en su hacienda “Gerónimo”. En cada puesto teníamos  cuatro o cinco guerrilleros, los demás estaban en la comandancia donde recibían instrucción militar–política–ideológica bajo el mando del comandante Sánchez (Trino Barrios) y el comisario político comandante Mendoza (Víctor Soto Rojas).
Los guerrilleros que atendían los puestos de contacto y vigilancia hacían reuniones con los campesinos todas las semanas. Éstas se realizaban a unos quinientos u ochocientos  metros del puesto para que los campesinos no supieran exactamente donde estaba la guerrilla
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A.B: ¿Quién era el responsable del trabajo ideológico?
F.L: Normalmente lo fue el comisario político. Al principio lo dirigió el camarada Víctor Soto Rojas, comandante Mendoza, luego recayó en el periodista Apolinar Martínez (Jesús). Después, cuando se creó  el destacamento “Heriberto Cartagena”, comandado por Ramírez y Bejuma muchos buenos cuadros se encargaron de este trabajo. En el destacamento “Juan Ramón Ortega” bajo mi mando, estuvo el propio Américo Martín, el camarada  Chema Saher y  José Marrero (René) que hicieron las veces de tales.
A.B: Estamos hablando de junio del año 64, fíjate que viene contra Uds. tres grandes movimientos del ejercito: el batallón Bolívar, el batallón Cedeño y el Ambrosio plaza por la parte del Guárico, tienen que desplazarse, ¿qué ocurre en el año 64 cuando tienen que desprenderse?
F.L: Nos desprendimos de la columna principal de la guerrilla en la zona de alivio por una decisión del comandante Sánchez, enviándonos a tres del comando junto con unos 17 hombres más a la zona de combate, con la orden de no presentar combate, salvo en defensa propia. Nuestro rol fue de buscar información haciendo contacto con la base social, ayudarla y moralizarla ya que el gobierno opresor la golpeó,  desapareció a Cenobio Bermúdez, torturó  a hombres, mujeres y niños, a éstos los guindaban por los pie  del techo de la casa y les pegaban para dijeran donde estaban sus padres, quemaron los ranchos con cosechas y todo lo que se encontraba adentro, mataban los animales domésticos y se los comían y nada le pagaban a los campesinos. No obstante que por todas partes habían militares,  logramos hacer nuestro trabajo y los campesinos reaccionaron positivamente con nosotros, nos siguieron ayudando y nosotros a ellos.  Luego supimos  lo que ocurrió en La Horqueta y la desaparición de los comandantes Trino,  Víctor, Juan Ramón, Heriberto, La Bestia y los  otros compañeros. Vino luego la reorganización del frente guerrillero, la creación de los dos destacamentos mediante los cuales se cubrió mayor territorio, sin que el enemigo dejara de perseguirnos. Eso es grande, la guerrilla de El Bachiller no alcanzó a tener nunca ochenta guerrilleros y con sus pérdidas humanas como es lógico,  resistió y sobrevivió las embestidas de cerco y liquidación puestas en práctica por el gobierno asesino de los adecos y  de los copeyanos, entrenados y asesorados por el gobierno norteamericano que movilizaron contra ese pequeño grupo de combatientes miles de soldados organizados en batallones  y apoyados por la artillería y la aviación que bombardeaba la zona hasta doce horas seguidas. Nunca pudo lograr liquidar militarmente el frente. Este desapareció por una decisión política del partido de trasladar sus combatientes al frente “Antonio José de Sucre” de oriente.
Pero es bueno recordar los errores cometidos que vinieron a constituir el génesis del porqué el enemigo nos pudo golpear fuertemente. Un día antes de retirarnos hacia la zona de alivio, el comandante Sánchez, para proteger a su compadre Macuare, lo mandó a buscar y lo subió hasta la comandancia que estaba en Luna II y lo utilizó para llevar  y guardar en el túnel los víveres, municiones, armas viejas y ropa de campaña que no podíamos cargar con nosotros. Macuare marchó con nosotros a la zona de alivio y por allá le planteó a Sánchez que se regresaría porque no podía dejar la familia sola. Sánchez (Trino Barrios) accedió y lo mandó de regreso conmigo y los demás compañeros que me acompañaron.
Lo dejé como a las nueve de la noche cerca  de su casa, donde fue hecho preso al llegar, según información que recibimos posteriormente. Seguimos montaña arriba y acampamos  como a la media hora de camino, pero el otro día muy de mañana los helicópteros sobrevolaban nuestra ruta .Ese día dejamos a cinco guerrilleros  a ochocientos metros de la comandancia para que vigilaran e hicieran contacto con Macuare, ya que desconocíamos en ese momento lo que estaba pasando con este sujeto; Seguimos para Palenque y allí dejamos otro grupo; por los lados del Guapo dejamos otro grupo y me regresé solo a incorporarme al primer grupo. Cuando llegué al sitio no encontré a nadie. Unos doscientos metros cuadrados de montaña la habían tumbado y limpiado para que sirviera de pista de aterrizaje de helicóptero. Me dirijo al sitio donde dejé al segundo grupo y no lo encuentro. Tampoco conseguí al tercer grupo y no me quedó más remedio que esperar que se dieran los lapsos establecidos en el plan de emergencia para hacer contacto  y así sucedió. Nos volvimos a reunir pero en todas partes nos topábamos con el ejército, en uno de esos encuentros con el enemigo hirieron  en la dos piernas al comandante Bejuma, pero sin lesionarle los huesos ni las arterias. Macuare  llevó al ejército a la comandancia y los condujo al túnel que después de sacar lo que allí había quemó la instalación donde estaba la comandancia y volaron con dinamita el túnel,  asimismo le indicó al ejército algunos colaboradores nuestros que él conocía y los condujo a la Zona de alivio a perseguir al resto de la guerrilla comandada por su compadre, el comandante Sánchez.
A.B: ¿Tiene idea más o menos dónde estaba ese túnel?  ¿Conoce más o menos la ubicación?
F.L:  Estaba ubicado en la parte Este donde estaba la comandancia llamada Luna II, en una falda que daba a una quebrada que es parte de la montaña que linda con San Francisco.
A.B: ¿Cuando hieren a Bejuma las heridas eran mortales?
F.L: Las balas le traspasaron los muslos de las dos piernas, sin dañarle los huesos ni las arterias. Tuvo mucha suerte en esa oportunidad el comandante Bejuma.
A.B: Macuare dice que él andaba con Bejuma, que los dos se lanzaron por un culantrillal, que él quedó herido de las rodillas y a Bejuma lo balearon en las piernas.
F.L: Pongo en duda esa declaración de Macuare de que andaba con Bejuma. Yo  dejé a ese hombre cerca de su casa y el otro día los helicópteros sobrevolaban la montaña por donde el nos vió retirar.  Luego supe que esa misma noche había caído prisionero del ejército y no solo delató la existencia de la comandancia y el túnel sino que llevó el ejército a la zona de alivio donde estaba el comandante Sánchez y los demás y por esa razón estos guerrilleros llegaron a La Horqueta.
A.B: Ahora cuando comienza el asedio a la comandancia ¿qué hace Ud., hacia dónde se dirige?
F.L: Yo, como dije anteriormente, distribuí a la gente en tres grupos y los llevé a  cada sitio donde  debían ubicarse para realizar el trabajo que el comandante Sánchez había ordenado. Me dirigí donde había dejado el primer grupo y como no los encontré seguí caminando al lugar donde ubiqué al segundo grupo y como el resultado fue el mismo me dirigí  al lugar donde dejé al tercer grupo y tampoco doy con ellos. Solo en la montaña, tuve que esperar que  vencieran los lapsos estipulados en el plan de emergencia para contactarnos. En estos días  solo en la montaña llegué hasta puesto Hornos y me di cuenta que el ejército había caminado la zona, las huellas  estaban frescas todavía, pero no llegaron  a encontrar  a puesto Horno que estaba ubicado hacía la parte baja de la montaña, muy cerca del nacimiento de una quebrada que  pareciere lleva sus  aguas a río Grande. El puesto lo constituía un rancho de palma construido debajo de grandes árboles y estaba intacto, si el ejército lo hubiera conseguido seguro que lo hubiere quemado como lo habían hecho con los demás. Estuve allí varios días recuperándome, comía enlatados y leche condensada y en las tardes salía a la quebrada a agarrar cangrejos. En la noche hacia una buena sopa de cangrejos. Estuve en ese puesto hasta el día que salí a hacer contacto con los grupos guerrilleros dispersos. Ese día nos conseguimos todos  en el lugar indicado.
A.B: ¿Te acuerdas de puesto pirata?
F.L: no
A.B: ¿Hubo un puesto llamado pirata?
F.L: No recuerdo ninguno con ese nombre
A.B: A todas estas cuando ocurre este desencuentro y esperas una semana,   ¿dónde está la comandancia?
F.L: Si te refieres el sitio donde estuvo la comandancia denominada Luna II para ese
 momento la había destruido y quemado el ejército.
Si tu pregunta se refiere al comando de la guerrilla, solo estaban Bejuma, Ramírez y yo y para ese momento andaba cada quien por su lado, esperando el próximo contacto para unirnos nuevamente.
Creo que para esos días ya el suceso de La Horqueta había ocurrido con su fatal consecuencia. Lo que es la vida, los guerrilleros llegaron a La Horqueta  a una casa campesina, le compraron al dueño un cochino para comérselo, pero la mujer del campesino huyó del rancho y se dirigió a donde estaba acampado el ejército y puso la denuncia. Sorprendieron la vigilancia guerrillera matando al camarada Leonel Gómez (Rolando) y atacaron la casa e hicieron prisionero a José Alejandro Gálvez, quien se encontraba mortalmente herido.  Los demás guerrilleros se dispersaron y luego fueron hechos presos, fusilados  y enterrados en la montaña. Un nieto de aquel matrimonio campesino de La Horqueta, que vive en Altagracia de Orituco, enfermo del corazón, solicitó ayuda al Diputado Fernando Soto Rojas (comandante Ramírez) Presidente de la Asamblea Nacional para ese momento.  Le prestamos apoyo para que lo vieran en el hospital Universitario de Caracas, lo mandamos a buscar, durmió con su mujer e hija en mi casa en Guatire, y después de operado lo  llevamos  a su tierra sin ningún problema. Los revolucionarios no somos vengativos ni guardamos rencor. Nos llena el corazón un gran y profundo amor por la humanidad y luchamos por el vivir bien de la gente, con igualdad y justicia para todos.
A.B: Hay una doble delación, y entonces ¿Cuándo ustedes pudieron reorganizar a la gente?
F.L: Nosotros siempre teníamos y andábamos en la montaña con un plan de emergencia porque en cualquier momento nos encontrábamos con el ejército, nos caíamos a tiros y era factible que cualquiera se extraviara. Ese plan contemplaba varios sitios de contacto de manera escalonada y con días de plazo para cada uno de ellos. Eso fue lo que ocurrió en esta oportunidad, pocos días después, al cumplirse el lapso establecido en el plan de emergencia, nos conseguimos todos en el sitio de contacto
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A.B: ¿Lograste reorganizar a la gente?
F.L: Sí, correcto. Nos integramos nuevamente y pude ver felizmente como los 20 combatientes que salimos de la zona de alivio estaban vivos. Algunos de ellos, gente probada en acciones urbanas presentaban signos de desmoralización, y para ese momento constituían una carga para la guerrilla
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A.B: ¿Quiénes eran?
F.L: No me acuerdo, pero eran como siete (7).
A.B: ¿Eran campesinos?
F.L: Eran de la ciudad. Procedimos entonces a ubicarlos en una zona de mayor seguridad y abastecimiento para luego, pasado el cerco militar, evacuarlos. Así se hizo.
De ese grupo de veinte (20) combatientes guerrilleros quedamos 13, entre los cuales estaban varios campesinos de la zona, Bejuma, Ramírez, Antonio, el negro Prada, otros muchachos de la ciudad y yo. Y comenzamos a reorganizar el frente. Construimos una enorme Escuela Guerrillera, reabrimos nuevas vías de abastecimiento e información, creció la base social y tomamos la decisión de organizar una guerrilla, que con planes de trabajo hacia la base social se movilizara diariamente por nuestro territorio. Quedó atrás la política de puestos de vigilancia  y control que tenía a la guerrilla  apegada a un pedazo de territorio que facilitaba al enemigo ubicarnos y golpearnos con mayor facilidad.
Para principios del año 1965, con nuestro esfuerzo y la ayuda del partido, fundamentalmente del Distrito militar n°12, el frente estaba recuperado. Pero el enemigo mantuvo el asedio todo el tiempo, torturó a campesinos, quemó viviendas y cosechas, mataba los animales domésticos y les controlaba las compras. Desiderio Canelón se incorpora a la guerrilla después de la muerte de los comandantes Trino Barrios, Víctor Soto Rojas, Juan Ramón Ortega, Heriberto Cartagena y Jesús María Hernández. El ejército le quemó la casa, que tenía en la hacienda en un sitio denominado “Gerónimo”, mató los animales domésticos, golpeó y maltrató a su mujer y a sus hijas y los niños fueron guindados por los pies del techo de la casa para que dijeran donde estaba su padre.
La represión fue brutal y criminal. El primer desaparecido por el ejército fue Cenobio Bermúdez, un campesino, casado con Zoila Morales, que tenía sus vaquitas y su pequeña porción de tierra y que nunca nos vio ni tuvo contacto directo ni indirecto con la guerrilla.
A.B: ¿Era cuñado de María Morales?
F.L: Sí, de María Morales. Nunca hicimos contacto con él porque entendimos que él no quería acompañarnos. Su muerte es un crimen abominable por parte de los oficiales que estaban al frente de las operaciones contra la guerrilla de El Bachiller: Teniente Coronel Víctor Manuel Molina Vargas, y el hoy General retirado Simón Tagliaferro De Lima, que ordenaron y fusilaron a campesinos y combatientes que agarraron prisioneros, torturaron a mujeres, adultos y niños y destrozaron viviendas,  semovientes, cosechas y haciendas poniendo en práctica los aprendizajes recibidos en la Escuela de Las Américas.
 Con éstos criminales participaron otros militares de su misma calaña: Mayor  LUÍS ANDRÉS CASANOVA CASTRO, SUB-TENIENTE RAUL SANTANA MEDIANA, SUB-TENIENTE CARLOS RAMÓN HERNÁNDEZ, TENIENTE GERARDO LUÍS VENEGAS LEÓN, CAPITAN LEÓN GÓMEZ PÉREZ, CAPITAN LUÍS RIO NOGUERA Y el TENIENTE RAINERO PÉREZ FIGUEROA, los cuales deben ser objeto de una investigación penal por violación a los derechos humanos, llamados a declarar por parte de la Fiscalía General de la República, acusados ante un tribunal Penal y sentenciados.
A.B: ¿Y Está desaparecido todavía?

F.L: Está desaparecido. Quizás lo mataron porque no dijo nada sobre la guerrilla, pero qué iba a decir, si nunca vio un guerrillero ni tuvo contacto directo ni indirecto con nosotros.
A.B: Un acto de crueldad, fíjate para ir llevando el hilo, hay acciones entre el año 64 y 65, vamos a poner diciembre del 65 ya ustedes están más consolidados ¿para, entrado, el año 1966 se incorpora más gente’?
F.L: Ya para el año 65 estaban en el frente la comandante Olga y tres guerrilleras más, se incorporan dos hermanos campesinos de Las Tomuzas, varios de Corozal.  En el 66 sube el Chema Saher, Máximo Canales y su hermano, otros combatientes de la ciudad y cuatro guerrilleros del MIR que estaban en Falcón: José Mendoza (El indio), Guzmán, Eloy y Héctor Pérez (El Greco)
A.B: ¿Quién fue Juan Ramón Ortega?
F.L: Fue uno de primeros combatientes guerrilleros. Estuvo en las guerrillas de Falcón. Fue miembro de la Comandancia del Frente, le decían por seudónimo: El Águila.
A.B: ¿De dónde venía El Águila?
F.L: De Caracas. De la clase obrera.
A.B: ¿Y Jesús María Hernández ?
F.L: Creo que también era caraqueño. Subió al frente en el año 64 proveniente de Cuba. El decía que era descendiente del famoso Mocho Hernández de la guerra de la Federación y que se alzó muchas veces contra los gobiernos de esa época. Le llamaban La Bestia por la fuerza descomunal que tenía. Fue uno de los que enfrentó al ejército en Palenque para salvar las sardinas y la leche condensada
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A.B: Él estuvo en el encuentro de La Horqueta, ahora veo que hubo un período bueno para la guerrilla en los años 65-66, que abarca una situación donde se realizan unos combates, ¿Qué recuerdos tiene usted de lo más significativo de esos tiempos?
F.L: En el año 66 sufrimos una lamentable pérdida como fue la muerte del Comandante Bejuma y de mi compadre Sebastián (José Luís Montero-español). Hablando de lo positivo podemos decir que el frente se fortaleció militar e ideológicamente con excelentes cuadros, creamos nuestra propia Escuela Guerrillera, se abrieron nuevas vías de abastecimiento e información y tuvimos una base social más organizada y solidaria revolucionariamente con la guerrilla.
A.B: ¿Porqué y para qué la escuela Guerrillera?
FL: Estábamos en un proceso de desarrollo y consolidación del frente Guerrillero, por lo tanto era necesario que el combatiente que ingresara tenía que pasar por un  entrenamiento militar e ideológico. De ese filtro salía lo que verdaderamente servía para la lucha guerrillera. Lo otro, había que evacuarlo. Allí se enseñaba el orden abierto y cerrado, la preparación de emboscadas y como salir de los cercos militares, como orientarse en las montañas, estudiar las grandes cimas y hacia donde corren las aguas y especialmente, el trato de respeto, consideración y solidaridad que se debía tener con la base social campesina, a la cual se les enseñaba a leer y escribir y se le atendía con el paramédico cuando estaban enfermos
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A.B: ¿No era Ovalles?  
                              
F.L: No era el camarada Ovalles. Lo cierto es que la guerrilla tuvo siempre un trato especial con la clase campesina. Se le daba asistencia médica y medicina gratis, les ayudábamos a recoger la cosecha, a limpiar las haciendas y  se les enseñaba a leer y escribir
Heriberto Cartagena, líder campesino barloventeño fue el diseñador de esta política

A.B: ¿ Quién era Heriberto Cartagena?
F.L: Heriberto Cartagena, nacido en la tierra barloventeña, fue un líder agrario. Se incorporó a la lucha guerrillera y aportó un gran servicio a la revolución. De él aprendimos a querer  y a darle un trato preferencial a la clase campesina. Para nosotros las mujeres y las hijas de los campesinos fueron sagradas y por lo tanto no permitimos que ningún combatiente abusara de una muchacha campesina; y ejerciendo la ley revolucionaria casamos a Desiderio canelón con la compañera con la cual estaba viviendo y había procreado varios hijos
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A.B: ¿A Desiderio Canelón con la señora Benita?
F.L: Exactamente. Yo como máxima autoridad revolucionaria de El Bachiller junto con mi Secretario en ese momento el Jefe de escuadra René (José Marrero) efectuamos el acto matrimonial .En reuniones previas a este acto le planteamos al camarada Desiderio y a la compatriota Benita  como debía ser el comportamiento ético del revolucionario y de la revolucionaria en la lucha por construir una sociedad nueva. Que debemos armarnos de la ideología revolucionaria para lograr una formación cultural y ética que nos alumbre el camino hacia esos cambios profundos. Siempre  creímos en el socialismo y seguimos creyendo en el socialismo como el modelo social, económico y político que permite la participación democrática del pueblo para tener soberanía, bienestar y patria bonita. Eso lo aprendimos como militantes del MIR, y con las armas en la mano luchábamos por la toma del poder para  hacer los grandes cambios que el país necesita para abrirse paso y construir su futuro. Un futuro, donde la miseria, el hambre, la exclusión y la explotación del hombre por el hombre sean situaciones   ya superadas y solo sirvan como referencias para la historia
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A.B: ¿Esa era su conversación con el señor Desiderio?
F.L: Si, pero también de todos los comandantes y de la tropa guerrillera. Nuestras canciones revolucionarias compuestas en  plena lucha así lo demuestran. Tienen un contenido ideológico y revolucionario como si hubieran sido compuestas para el momento político que hoy vive la patria.
A.B: ¿y él aceptó?
F.L: Sí, aceptó y se casó con la señora Benita
A.B: ¿Cómo fue el acto?
F.L: Sencillo, humilde, de gran impacto ideológico y político pero muy alegre en “Gerónimo” en la casa de los contrayentes. Después del acto “protocolar” cantamos y brindamos con jugo de naranjas, chocolate y galletas.
A.B: ¿Hubo un Acta?
F.L: Sí, se levantó un acta que se recogió en un Libro de matrimonio Civil de la Revolución que previamente se había adquirido. Fue guardado por los lados de la Tomuza y por allá quedó junto con otros documentos
A.B: Llegamos al año 66, vamos para el 67. Vamos a comenzar esta segunda etapa con un período crucial cuando entramos al año 66
F.L: En el año 66 la guerrilla estaba fortalecida moral y bélicamente hablando, contaba con buenos combatientes, armas y municiones. Elaboramos un plan ofensivo de combate que empezó por la toma de pueblos para que el enemigo penetrara nuestro territorio y allí combatirlo en mejores condiciones. Tomamos El Verde que era un Restaurant ubicado entre el Guapo y el Guapetón en la carretera de la que costa y como necesitábamos cubrir un déficit en el abastecimiento para comenzar la campaña lo incluimos como objetivo. Con 15 hombres a mi mando se ejecutó la operación. Nos abastecimos, hablamos con  la gente, les explicamos la razón de nuestra lucha. Un teniente del ejército vestido de civil se me acercó y me dijo: “Soy Teniente del ejército y estoy armado ¿Qué hago?. Entrégueme el arma y véngase conmigo”,le respondí. Lo tratamos con sumo respeto y consideración. Nos entregó un revolver 38 y las balas que cargaba y se sentó calladito. Yo creo que ni siquiera le avisó a su gente de lo sucedido porque nos retiramos tranquilos y no observamos movimientos de tropa ni de aviones.
 A.B: ¿Eso ocurre en 1966?
F.L: Exactamente. Luego por la montaña nos dirigimos y tomamos a Sabana Grande de Orituco en el Guárico, después tomamos una hacienda cafetalera, y posteriormente se le hizo un hostigamiento a San José de Guaribe.
A.B:¿Qué hostigamiento era?¿Qué tipo de instrumento era el que ustedes utilizaban? Por ejemplo en el caso de Sabana Grande.























F.L: El hostigamiento no era más que mandar  de noche al poblado un grupo de guerrilleros armados y lanzarle unos cuantos disparos a la policía para que el ejército penetrara la zona y allí esperarlo en las emboscadas.
Sabana Grande fue tomada, nos llevamos dos viejas armas de la policía, hablamos con la gente, entre ellas una maestra que se nos puso a la orden, compramos abastecimiento y con unos vehículos nos retiramos a la montaña. No hicimos daño a nadie. Todo salió muy bien.
A.B: En el caso de los combates que hubo, como el combate de Chuspita?
F.L: Ahí no estuve yo. Ese era territorio del destacamento “Heriberto Cartagena”, donde si estuvimos fue en el cerro La Pelea , donde se puede decir que caímos en una emboscada del enemigo, murieron cuatro camaradas, Guzmán huyéndole al enemigo se alojó en una hacienda y Eloy, herido lo alojó un  campesino de Río Negro que luego lo entregó al ejercito y fue fusilado. El resto salimos con vida de milagro.
A.B: ¿Ustedes después de Sabana Grande suben la montaña y bajan?
F.L: Después del hostigamiento a San José de Guaribe nos trasladamos hacia la zona de Rio Negro y Los Cantiles donde teníamos una base social y estábamos buscando información donde se encontraba el ejército para prepararle una emboscada en la carretera. En Los Cantiles no encontramos a nadie. Todos se habían marchado. Pero resulta que mientras nosotros estamos en Los Cantiles el ejército nos buscaba y peinaba la montaña de Turiepe hacia el Guárico y había tomado todos los causes de los ríos y la zona de la carretera hacia Río Negro. Cuando recibo la información que el ejército está cerca, envío a los guerrilleros Guzmán y a Eloy para que verifiquen dónde se encuentra el ejército, pero al mismo tiempo recibo la noticia de que el ejército domina la zona baja del cerro La Pelea que era la vía para nuestra retirada hacia la montaña. Nos desplazamos rápidamente para salir antes que ellos llegaran, pero ya era tarde. Prácticamente caímos en una emboscada. Cuando llegamos al riachuelo La Pelea le ordeno al Jefe de Escuadra Ángel Mirabal que con Cheo, Siria y otro a quien no recuerdo hicieran una emboscada y contengan al enemigo. Pretendíamos retirarnos río abajo, hacia Las Tomuzas, pero cuando nos metimos al agua me encuentro con la primera avanzada del ejército. Le disparo una ráfaga a un negro que venía de primero río arriba. Ahí se prendió la plomamentazón. El resto del Destacamento, entre los cuales se encontraba Américo Martín, comenzamos a romper el cerco hacia el cerro La Pelea en medio  de aquella balacera, pero aquella vaina era un acantilado difícil de subir. Por medio de una cuerda subió unos de los camaradas y luego todos los demás. Era de noche cuando terminamos de subir. En la mañana nos desplazamos hacia la Zona de Las Américas. Conseguimos que toda la Zona estaba minada. El ejército puso minas dentro del monte con hilos que casi no se veían, entonces la marcha se hizo lenta porque el que iba adelante tenía que   caminar y descubrir el hilo de la mina caza-bobo que nos habían puesto días antes. Pero salimos del cerco con la lamentable pérdida de los compatriotas Ángel Mirabal, Evencio Canelón, Cheo y el otro compatriota, así como el combatiente Eloy que herido en una pierna solicito auxilio a un campesino de Río Negro quien luego de alojarlo en su casa lo delató y el ejército lo fusiló.
Guzmán que lo dábamos por muerto parece que llegó donde Rafaelito Barrios (tabaquito) y allí lo ampararon hasta que pudo salir para su tierra.
A.B: ¿Cheo era el portugués?
F.L: Sí, era el portugués, le decíamos el portuguesito.
A.B: ¿Son los cuatro compañeros que están enterrados en Guaribe?
 F.L: Sí, están enterrados en el cementerio de Guaribe.
A.B: ¿Eso ocurre en el año 67?
F.L: Sí, ocurre entre enero y febrero del año 1967.
A.B: ¿Contigo andaba Alberto Alvarado (Chiricuto)
F.L: No, el pertenecía al Destacamento Heriberto Cartagena y andaba con Ramírez y Bejuma por la zona de Chuspita.
A.B: ¿De qué te enteraste tú con relación a lo de Bejuma?
F.L: Me entero de la muerte de Bejuma por el reporte que el Comandante Ramírez pasó a la Comandancia informando el lamentable hecho donde también muere mi compadre Sebastián (José Luís Montero).
Según el informe estos camaradas junto con otro combatiente llamado Alberto Barrios (que está vivo y trabaja en el Ministerio para el Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia) le hicieron frente al ejército. Le hicieron una emboscada al enemigo, pero Bejuma tenía la costumbre que cuando estaba en combate comenzaba a hablar y a gritar desafiando al ejército por lo que era fácilmente detectable. El enemigo les lanzó una granada que pego en un árbol y mató a mi compadre Sebastián, Alberto Barrios comenzó a aconsejar a Bejuma para retirarse porque corrían el peligro inminente que los cercara el ejército y los liquidara. Pero Bejuma no le hizo caso. Alberto se retiró y Bejuma fue cercado y acribillado.
A.B: ¿Qué pasa después del encuentro del cerro La Pelea?
F.L: El partido decide en el mes de marzo que baje Américo Martín porque lo habían designado para que representara al MIR en la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad) que se iba a reunir en Cuba.
A.B: Pero, ¿no fue una decisión de él?  ¿No hubo una decisión particular de él?
F.L: No, eso fue una decisión de la Dirección nacional del Partido. Se designó una comisión de nueve compatriotas para bajar a Américo por la Zona de Mango de Ocoita. En esa comisión a mi mando estaban el negro Antonio, Chema Saher, Rafael (Tomás Pinto), Desiderio Canelón y otros cuatro que no recuerdo sus nombres. Después que pasamos Chuspita que agarramos la cordillera más alta nos conseguimos de frente, a cuatro metros de distancia, con la vanguardia del ejército que venía de allá para acá por la montaña. En la vanguardia nuestra iba el negro Antonio con una sub-ametralladora Maxen y yo con un FAL. En el centro marchaba Américo, el Chema Saher y otros más; en la retaguardia, Rafael y Desiderio Canelón. Nuestro plan de emergencia consistía que en caso de encontrarse con el enemigo Antonio y Yo lo contendríamos, la gente del centro se retiraría hacia el primer punto de encuentro, y la retaguardia haría fuego contra el enemigo mientras Antonio y yo no retirábamos.
Los soldados enemigos cuando nos vieron, en medio de un bejucal, la reacción que tuvieron fue la de agacharse, oportunidad que nos dio para  disparar primero y barrerlos a fuerza de ráfagas de nuestras dos armas automáticas. Comienza a llover, Antonio sale corriendo y luego que se retira la gente del centro, salgo yo, con la mala suerte de resbalarme e irme de cabeza hacia un árbol de enorme raíz adventicia que me destrozó la ceja izquierda. Se me fue el mundo pero inmediatamente reaccioné y llegué a donde estaban los compañeros, menos el Chema Saher y Desiderio Canelón.
A.B: ¿Cuánto tiempo estuvo usted allí?
F.L: Por segundo se me fue el mundo pero no me desmayé, cuando me retiré ví al Chema Saher rampando entre los bejucales. Me reuní con los demás menos con  el Chema Saher ni  con Desiderio Canelón porque no llegaron al punto de contacto. Nos desviamos hacia la zona de El Silencio donde la guerrilla tenía una buena y revolucionaria base social, y allí en una especie de gruta entre unas grandes piedras nos escondimos. Al comenzar la noche comenzaron a bombardear la montaña hasta la siete de la mañana del día siguiente. En el día, desde la carretera de la costa nos cañoneaban y con helicópteros ametrallaban la montaña, mientras nosotros estábamos a unos doscientos metros de la carretera de la costa.

A.B ¿Qué pasó con el Chema Saher y con Desiderio Canelón, después del encuentro en las montañas altas de Chuspita?
F.L: El Chema Saher caminó hacia el caserío El Silencio, hizo contacto con nuestra base social. Mandó a uno de ellos a Caracas e hizo contacto con el Partido, quien de inmediato le envió siete hombres, armas y dinero. Entre las personas que el partido mandó se encontraba el médico Chino Ovalles, el maracucho Mandulei y Julio Romero Anselmi (Sivira) que había sido combatiente nuestro y había bajado.
Según las versiones que recibimos, subiendo la montaña al médico Chino Ovalles se le escapó accidentalmente un tiro e hirió al Chema en una pierna con fractura del fémur. Como pudieron lo trasladaron hacia una quebrada cerca de la carretera de la costa, sector El Silencio y mandaron a Julio Romero Anselmi a Caracas a comprar los medicamentos e implementos para entablillarle la pierna al Chema. Julio (Sivira) estaba buscado por los organismos de seguridad del Estado y cuando fue a una farmacia a comprar tales medicamentos fue capturado, torturado y cedió a dar información sobre la situación del Chema y llevó a los organismos de seguridad del Estado hasta donde estaba el Chema acostado e indefenso. Allí mismo lo acribillaron, no obstante que él les manifestó que era el hijo de Pablo Saher, dirigente de Acción Democrática y Gobernador para el momento del Estado Falcón. Allí fusilaron también al médico Chino Ovalles que estaba cuidándolo y atendiéndole. Los otros huyeron y se salvaron menos el maracucho Mandulei que agarraron  en la montaña y fué fusilado.
Desiderio Canelón, conocedor de todas esas montañas, se regresó a la zona e hizo contacto con el comandante Ramírez y se incorporó al Destacamento.
A.B: ¿Cómo bajan a Américo Martín?
F.L: Hicimos contacto con el partido. Se estableció el día, la hora, lugar y contraseña, vino un compatriota del partido en un vehículo y se lo llevó para Caracas.
A.B: ¿Por dónde?
F.L: En la carretera de la Costa, por el sector El Silencio.
A.B: Pero Ud. también bajó, salió para el exterior y luego cayó preso junto con Américo Martín en la Guaira, cuénteme cómo fue eso?
F.L: La dirección nacional del partido estaba planificando o había planificado la posibilidad de reforzar  el Frente Ezequiel Zamora con un contingente de cuadros que recibían cursos de adiestramiento militar en el extranjero y con combatientes de otros países de América, y se había designado para que acompañara ese desembarco por las costas del Estado Miranda al camarada Jesús Márquez Finol (El Maracucho) que conocía la Zona de El Bachiller porque trabajó en el correaje logístico con el Frente y era un  combatiente urbano de primera línea, pero hecho preso por los órganos de seguridad del Estado, la dirección nacional me designó como sustituto de Márquez  Finol  por ser un hombre de confianza y conocedor de  las montañas hacia donde se iba a dirigir el desembarco. Recibí la orden y después de unos veinte días de haber bajado Américo bajé yó. Como mi verdadera identidad era poco conocida me llevaron directamente a la Guaira, me entregaron un pasaporte, un boleto y me montaron en un avión para Mérida. Allá me esperó un camarada del partido y el otro día de madrugada salimos para Cúcuta. A esta ciudad colombiana llegamos como a las siete de la mañana e inmediatamente me condujeron a un Electro-Auto donde me tomaron unas fotografías y al día siguiente me entregaron toda la documentación colombiana (cédula, pasaporte, libreta militar y partida de nacimiento).
A.B: Eras un colombiano.
F.L: Si, un ciudadano colombiano. Américo tenía varios días en Cúcuta esperándome. Nos encontramos y juntos el otro día viajamos por avión a Bogotá en compañía de Miguel Querales que era el encargado internacional para la salida de nuestra gente fuera de Venezuela y viceversa. En Bogotá nos alojaron en casa de una familia de alta sociedad colombiana que cayó en la ruina y la señora le gustaba mucho las bebidas espirituosas. Allí estuvimos unos quince (15) días. Salimos para Cartagena en avión, allá Miguel Querales nos dice que la salida va ser por Buque directamente a España y zarpaba del puerto de Cartagena ese mismo día a las dos de la tarde. Ese día, 31 de mayo de 1967 en la mañana,  no teníamos nada que hacer,  Miguel nos invitó para ir a bañarnos en la playa de Marbella. Allí había un restaurant que lo administraba una pareja, que según Miguel estaba de nuestro lado y colaboraba con él. Américo, Miguel y la mujer del restaurant se fueron a la playa. Yo voy luego, pero me retiro de ellos unos doscientos metros a mano derecha. Me pongo a bañar y el señor del hotel, en traje de baño, se viene para donde  estoy y sin preámbulo alguno me pregunta: “¿Cómo hicieron Ustedes para sacar el pasaporte colombiano? Le respondo que está equivocado porque nosotros sí somos colombianos, me tiré al agua y nadando llegué donde estaba Américo y Miguel y les conté lo sucedido y les dije que esa conducta era muy sospechosa y no me gustaba nada. Miguel dijo que esa gente era nuestra y que no me preocupara por eso.
A las dos de la tarde cuando llegamos al puerto de Cartagena y subían nuestros equipajes había un tipo bajito, gordito, muy barbudo y de ojos grandes que  le hizo una seña a otro, señalándome a mí con su mirada. El otro día, después de casí veintidós horas de navegación el capitán del vapor Satrústegui informa que va a tocar el puerto de la Guaira a recoger unos bultos pero que inmediatamente zarparíamos de nuevo, por lo que no estaba permitido que nadie bajara. Eso fue como a  la una de la tarde del día primero de junio de 1967. Américo me dijo “vámonos a meternos en el camarote y salimos cuando estemos nuevamente en alta mar”. Al poco rato tocaron la puerta del camarote y preguntaron por el señor Rafael Arias (Américo) que lo solicitaba el capitán del barco. Antes de abrir en voz baja Américo dice: “Coño nos jodimos” y me entrega todas las direcciones que íbamos a utilizar en el extranjero para que las destruyera, cuestión que hice de manera inmediata y las partículas las tiré a la poceta y le dí al bajante del agua.
Resulta que el sujeto que preguntó por Rafael Arias conocía personalmente a Américo, y en la oficina del capitán del buque ( ya la DIGEPOL me ha hecho preso) le pregunta: ¿Tú eres Américo Martín?
“No, yo no soy Américo”- le responde el interpelado
“Claro que si eres, yo estudié junto contigo, yo soy ahorita Comisario de la Digepol pero  yo estudié contigo”, y luego dice: “El Américo que yo conozco, pa” matarte el gallo en la cabeza, tiene el pecho hundío” y con un movimiento rápido de mano  le abrió la camisa a Américo, diciéndole: “Te fijas que si eres Américo Martín”.
Yo abandoné el camarote y comencé a caminar por todo el Satrústegui en el que viajaban más de mil personas. Y los cuerpos de seguridad del Estado buscándome. Un Italiano que se hizo amigo nuestro en el viaje y ocupaba el camarote que estaba frente al nuestro lo habían detenido creyendo que era yo. Hasta una foto mía, tamaño gigante que habían publicado en la UCV la llevaron para reconocerme. Como a las tres de la tarde logran agarrarme y  como a las cinco a ambos nos pasaron para la Comandancia de la Guardia Nacional en la Guaira donde recibo las primeras bofetadas de manos de un cobarde capitán que como muchos se vanaglorian pegándole a un hombre esposado. Esa misma noche nos trasladaron para el palacio Blanco (Miraflores) donde estaba la sede del SIFA. Allí, no se Américo, me mantuvieron trece días desnudo, todas las noches me golpeaban y me sentaban en un tobo de aluminio, le daban corriente me lanzaban  contra las paredes y el piso. Gracias a mi conciencia revolucionaria y el compromiso que tengo con el pueblo y con la patria nadie puede decir que lo delaté o que por mi culpa hayan caído campesinos,  armas, direcciones, documentos o colaboradores o combatientes. Y creo habernos salvado de correr la misma suerte de Trino, de Víctor, del  Águila, de Cartagena, de Jesús María Hernández (La Bestia) y de muchos otros venezolanos que hasta la fecha no han aparecido sus cadáveres, porque el Capitán del  buque español Satrústegui y el gobierno de España para podernos entregar le exigió al gobierno venezolano  nos respetara la vida, toda vez que el buque donde viajábamos era considerado por el derecho internacional territorio español.
A.B: ¿Después donde lo trasladan?
F.L: Al Cuartel “San Carlos, allí permanecí por el tiempo de un  mes. Como el   tribunal militar de Monagas había dictado auto de detención contra mí por los sucesos de la guerrilla de Mundo Nuevo me trasladaron para la cárcel de La pica en Maturín. Allí fui condenado en primera instancia a 30 años de presidio por rebelión militar, apelé a la sentencia y yo mismo me defendí y en segunda instancia me condenaron definitivamente a 10 años de presidio. En esa cárcel teníamos muchos problemas y hasta tuvimos que hacer huelgas de hambre para que las autoridades nos atendieran como presos políticos que éramos. Una tarde como a las siete de la noche el comandante de la Guardia Nacional que tenía bajo su responsabilidad la custodia de la cárcel y  era feroz adversario de que a los presos políticos se le mejoraran las condiciones de vida, me mandó a llamar con un guardia porque quería conversar conmigo como vocero que era de los presos. Yo accedí y cuando llegué a la comandancia ubicada fuera de las instalaciones de la cárcel fui vilmente secuestrado, encerrado en un calabozo lleno de gasoil y plaga y de madrugada trasladado sin orden del tribunal militar a la Isla El Burro, en el lago de Valencia. De allí, cuando el gobierno del Dr Rafael Caldera cerró ese centro carcelario me trasladaron a la Cárcel de Sabaneta en Maracaibo, donde mediante indulto presidencial recuperé la libertad después de tres años y un mes de detención.
A.B: Nosotros no hemos hablado de la presencia de las mujeres en El Bachiller”, pero hay una foto donde aparece usted, Bejuma y Olga. ¿Qué recuerdas de Olga?
F.L: En el frente teníamos cuatro mujeres: Olga, Adriana, Janeth y otra cuyo nombre no recuerdo. Olga estaba casada con Suzzarini, un compatriota. Ella fue la que con otros camaradas secuestraron un avión y regaron propaganda política en Caracas contra el gobierno de Rómulo Betancourt. Fue la primera en subir a El Bachiller. Su comportamiento fue excelente, solidaria, ideológicamente clara y nos ayudó mucho en  el trabajo social con las bases campesinas, principalmente en el trabajo de alfabetización en el que participaron Adriana, Janett y la otra camarada. Una de estas damas, creo que es la camarada cuyo nombre no recuerdo, fue la novia de Arturo, un excelente camarada que en  una retirada recibió un tiro en la nuca por parte del enemigo y murió.
A.B: Ellas estuvieron durante todo el proceso o parte de él?
F.L: Ellas estuvieron hasta finales del año 65. Para el año 66 no había mujeres en El Bachiller. Olga murió después en Caracas.
A.B: Volviendo al primer cerco militar ejecutado contra la guerrilla  de El Bachiller en el año 64 donde ocurre la delación de La Horqueta por parte de una campesina y son hechos prisioneros Trino Barrios, Víctor Soto Rojas, Heriberto Cartagena, El Aguila y Jesús María Hernández mejor conocido como la Bestia y luego fueron fusilados y enterrados en la montaña, según declaración del hoy General retirado SIMÓN TAGLIAFERRO DE LIMA, Teniente para ese momento, rendida en el Tribunal de Guerra 1° de Caracas expone: “… me encomendaron la misión de conducir a los guerrilleros VICTOR MENDOZA Y MALPICA (SOTO Y CARTAGENA) para que nos indicara la ubicación de un material de guerra dejado por los bandoleros; cuando nos encontrábamos en el  “PUESTO HORNOS” fuimos emboscados recibiendo fuego de los guerrilleros, se le hizo fuego, aprovechando la confusión del encuentro trataron de escapar los prisioneros cuando el llamado Malpica, es decir durante el tiroteo Malpica en el transcurso de la carrera hacia sus compañeros murió a consecuencia del cruce de disparos y escapó momentáneamente Víctor Mendoza, de inmediato se inició la persecución del evadido quien resultó muerto al hacérseles disparos para  deterlo ( detenerlo) pues esta era la única forma de hacerlo.”
“ Los cadáveres de los guerrilleros fueron enterrados en la zona no pudiendo precisar la zona dado la oscuridad reinante y a las condiciones climatológicas de la zona ya que la misma queda cubierta de neblina, agregándose a esto lo intrincado de la zona”.-, Esta operación la hice en compañía del Teniente RAINERO PEREZ FIGUEROA.” ¿Qué tiene  Usted que comentar al respecto?
Primero, que estamos en ´presencia de unos verdaderos asesinos, violadores de la Constitución nacional y de los derechos humanos;
Segundo: La misión que les encomendó el teniente Coronel VÍCTOR MANUEL MOLINA VARGAS, Jefe de las Operaciones contra la guerrilla de El Bachiller fue la de  fusilar a los prisioneros Víctor Soto Rojas y Heriberto Cartagena, esa es la verdad. Y la cumplieron. El supuesto encuentro con guerrilleros y el cuento de las pretendidas fugas corresponde a la simulación de hechos con la finalidad de justificar las muertes de estos compatriotas indefensos.
Tercero: Por la zona de PUESTO HORNOS no había ningún grupo guerrillero porque yo, quien ejercía el mando había distribuido al contingente en tres grupos que tenían un territorio determinado donde realizarían el contacto con la base social y dicho puesto no se había contemplado en esa misión. El único que lo visité fui yo, días después que el ejército incursionó esa zona, con la finalidad de descansar y esperar que vencieran los lapsos estipulados en el Plan de emergencia para hacer contacto con los demás grupos guerrilleros, tal como lo explique en líneas anteriores de esta entrevista.
Cuarto: “PUESTO HORNOS” nunca cayó en manos del ejército, lo que quiere decir, que los camaradas Heriberto Cartagena (Malpica) y Víctor Soto Rojas (Comandante Mendoza) no le dieron información al respecto al enemigo.

QUINTO: El  cuento aquel propagado por el propio enemigo para causar terror a los prisioneros y colaboradores de la guerrilla de que SOTO ROJAS lo habían lanzado a la montaña desde un helicóptero se acabó. Ya se sabe a ciencia cierta por confesión de su propio asesino como lo hizo y donde está enterrado en la montaña, esperando justicia. La Comisión de la Verdad recién instalada debe impulsar las acciones legales y administrativas correspondientes para que los autores materiales e intelectuales de estos crímenes paguen sus fechorías recibiendo  el castigo carcelario o moral correspondiente.

A.B: ¿Cuántos años tiene usted ahorita para el momento de esta entrevista?
F.L: 71 años.
A.B: Muchas gracias.











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