LOS DOCE QUESOS DE LA DISCORDIA
Bajo Grande y El Macal
son dos sitios agrícolas adyacentes a Caicara de Maturín. En ellos, sus
habitantes se dedican a las labores agrícolas y a la cría de ganado
vacuno. En tiempo de lluvias cuando las
vacas, como consecuencia del pasto nuevo que consumen aumentan la producción de
leche, empieza la producción de “Queso de mano”, manjar que acompañado de la
cachapa de jojoto recién sacada del
budare inunda de placer los paladares de la gente de la región oriental.
Uno de estos campesinos
tenía en Caicara de Maturín una comadre llamada Rosita Padrino, hermana de los
Padrinos y dueña de una tienda ubicada en la segunda esquina de la calle Sucre
(salida hacia San Félix), cerca del cine Edén, esquina donde también tenían sus
negocios Laureano Gómez, José Antonio Padrino y Jesús Gómez. Con un muchacho
conocido el campesino le mandó a su comadre doce quesos de mano y una cartica donde le decía que con el portador le
enviaba los doce quesos que con
anterioridad había le encargado. El joven en el camino se comió un queso. Llegó
a la tienda de Rosita Padrino y le dijo: “Señorita Rosita aquí le envían estos
quesos de mano y esta cartica”. La mujer agarró la cartica y lee: “Comadre
saludos, allí le envío con el portador los doce quesos…”, cuenta los quesos y
verifica que solo hay once. Luego dirigiéndose al emisario le dice: “mijo, en
la cartica mi compadre manifiesta que envió doce quesos”- y contesta el
muchacho: “Bueno, doce”.
Sigue la dama: “Si,
pero solo hay once quesos”- y riposta el muchacho: “Bueno, once”
Ven acá niño,
amablemente lo llama Rosita: Tu trajiste once quesos, verdad? –“ Bueno,
once”-contesta el joven. “Pero la
cartica dice doce quesos”¡-vuelve a repetir Rosita- “Bueno, doce”- contesta el
muchacho. Así pasaron un buen rato discutiendo que la cartica dice doce y que
en la realidad eran once, y el niño contestando: “Bueno, doce”. “Bueno, once”
según su conveniencia. Hasta que Rosita molesta le dijo: “Mira muchacho, está
bien, vete al c…” . Pero el truhan nunca
confesó que se había comido un queso.
Los padres deben
aconsejar a los niños a decir la verdad. Por el camino de la verdad se logra
formar a hombres y mujeres de bien, a tener responsabilidad y asumirla en el
momento en que debe asumirse sin complejo alguno. La mentira tiene patas cortas
y conduce a quien la practica a la irresponsabilidad en todos los asuntos de la
vida.
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