martes, 20 de mayo de 2014

LOS DOCE QUESOS DE LA DISCORDIA



                                  LOS DOCE QUESOS DE LA DISCORDIA
                                                
Bajo Grande y El Macal son dos sitios agrícolas adyacentes a Caicara de Maturín. En ellos, sus habitantes se dedican a las labores agrícolas y a la cría de ganado vacuno.  En tiempo de lluvias cuando las vacas, como consecuencia del pasto nuevo que consumen aumentan la producción de leche, empieza la producción de “Queso de mano”, manjar que acompañado de la cachapa de jojoto  recién sacada del budare inunda de placer los paladares de la gente de la región oriental.
Uno de estos campesinos tenía en Caicara de Maturín una comadre llamada Rosita Padrino, hermana de los Padrinos y dueña de una tienda ubicada en la segunda esquina de la calle Sucre (salida hacia San Félix), cerca del cine Edén, esquina donde también tenían sus negocios Laureano Gómez, José Antonio Padrino y Jesús Gómez. Con un muchacho conocido el campesino le mandó a su comadre doce quesos de mano y una  cartica donde le decía que con el portador le enviaba los doce quesos que  con anterioridad había le encargado. El joven en el camino se comió un queso. Llegó a la tienda de Rosita Padrino y le dijo: “Señorita Rosita aquí le envían estos quesos de mano y esta cartica”. La mujer agarró la cartica y lee: “Comadre saludos, allí le envío con el portador los doce quesos…”, cuenta los quesos y verifica que solo hay once. Luego dirigiéndose al emisario le dice: “mijo, en la cartica mi compadre manifiesta que envió doce quesos”- y contesta el muchacho: “Bueno, doce”.
Sigue la dama: “Si, pero solo hay once quesos”- y riposta el muchacho: “Bueno, once”
Ven acá niño, amablemente lo llama Rosita: Tu trajiste once quesos, verdad? –“ Bueno, once”-contesta el joven.  “Pero la cartica dice doce quesos”¡-vuelve a repetir Rosita- “Bueno, doce”- contesta el muchacho. Así pasaron un buen rato discutiendo que la cartica dice doce y que en la realidad eran once, y el niño contestando: “Bueno, doce”. “Bueno, once” según su conveniencia. Hasta que Rosita molesta le dijo: “Mira muchacho, está bien, vete al c…” . Pero el truhan  nunca confesó que se había comido un queso.
Los padres deben aconsejar a los niños a decir la verdad. Por el camino de la verdad se logra formar a hombres y mujeres de bien, a tener responsabilidad y asumirla en el momento en que debe asumirse sin complejo alguno. La mentira tiene patas cortas y conduce a quien la practica a la irresponsabilidad en todos los asuntos de la vida.
                                 

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