¡A CHUCHO NO LE GUSTA SALMÓN!
Caicara de Maturín es
un pueblo que su economía se ha sustentado en la agricultura y la cría. Ostenta
el orgullo de ser un pueblo de economía propia. Los valles del Guarapiche
fértiles en abundancia, y con el sistema de riego que tiene, producen todo el año.
Por eso la cachapa dejó de ser la novedad de los meses de invierno y aparece
por doquier todo el año en cualquier rincón de Monagas. Pero como las que hacen
Sara Carrillo, Rosalía Carrillo, Lucha Roca y Rosiris Leonett, las famosas
viejas cachaperas de los Silos de Caicara no hay comparación alguna: por lo sabrosa, grande,
gruesa, con ese sabor de jojoto tierno que siempre tiene que acompañadas con
mantequilla, queso fresco y aguacate
cremoso maduro como los que se producen en Punta de Mata, satisfacen los
paladares de los centenares de coterráneos que visitan ese puesto de venta. Hace muchos años, el
pueblo de Caicara de Maturín fue víctima
de una gran sequía. En esa oportunidad llovió muy poco, las siembras se
perdieron y los animales sufrieron un gran impacto por falta de pastos y agua.
Las familias no tenían reservas de granos ni cereales, menos verduras como el ñame, la auyama ni la yuca ni
el ocumo. Todo se transformó en un caos.
El que tenía maíz aprovechó para especular a los demás con precios
exorbitantes. Pero tenían que preparar la tierra para la próxima cosecha. Los
campesinos iban al trabajo del campo con una arepa, una tapara de agua y un pote de sardina, que le denominaban
“Salmón”. Uno de esos campesinos fue Chucho Méndez, hijo de Bernabé Méndez y de
Jacinta Leonett. A las seis de la mañana Chucho, con su arepa, su salmón y su
tapara de agua, estaba en la parcela. Con su machete y el hacha comenzaba la
faena de talar la montaña, luego tumbar los grandes árboles, picar, realizar la primera quema, recoger, amontonar,
quemar y finalmente embardar. Eso constituía el proceso que realizaba nuestro
campesino para tener la tierra preparada para la próxima siembra. En una
oportunidad Tía Jacinta llamó a su nieto Luís Canales y le dijo: “Mijo,
cómprame en la bodega de Elías Sánchez
un salmón para que le lleven la comida a Chucho que se fue a trabajar sin
comer” y desde el patio tío Bernabé le
riposta: “Jacinta, para qué le mandas a comprar salmón a Chucho, no te has dado
cuenta que a él no le gusta el salmón? .
Inmediatamente tía Jacinta le responde: “si le gusta, todos los días Chucho se come el salmón y la arepa que se lleva
¡”. Y respondía el viejito: “A Chucho no le gusta el salmón, no lo voy a saber
yo que lo he visto con mis propios ojos”. Y volvía tía Jacinta: “A Chucho si le
gusta el Salmón porque yo lo he visto como se lo come”. Así pasaron una hora
discutiendo. Al fin tío Bernabé dijo: ¡Mira Jacinta, a Chucho no le gusta el
salmón porque lo único que le come es el
pescadito y el caldito, más na” ¡
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