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Manuel tendría unos
catorce años cuando ya cantaba y se acompañaba con la guitarra o con el cuatro. Sus compañeros
de colegio, de la misma edad, los fines de semana preparaban la rumba para
cantarles serenatas a las muchachas del
pueblo.
Una tarde, octavita de
carnaval Manuel recibió de su papá dieciocho bolívares para que se comprara una camisa y salió para las tiendas.
A una cuadra de su casa se encuentra con un grupo de amigos y compañeros de
estudio que precisamente venían a buscarlo. Entre ellos se encontraban “El
negro chupita”, Juancho, Simón Elbittar
y José Jesús Rodríguez a quien cariñosamente le decían “Charinga”
¿Hola, Manuel, para dónde vas tan
apurado?- le interrogan
Voy a la tienda a comprar una camisa
que me regaló mi papá- respondió el aludido.
¡ No vale, deja eso para el lunes, te
venimos a buscar porque en la Plaza Bolívar tenemos dos botellas de anís “El mono” y un cuatro! ¿ qué te parece?
¡muy bien, amigos!- responde Manuel y se fueron para la plaza
Allí cantaron y se
bebieron las dos botellas de anis y Manuel mandó a comprar dos más con el
dinero que su papá le dio para la compra de la camisa. De allí salieron a
visitar la casa de Rosa, novia de José
Jesús “Charinga” Rodríguez.
Como era octavita de
carnaval Rosa los recibió con un baño de agua. A todos mojó menos a Manuel que
corrió como una liebre, pero fue perseguido por el Negro Chupita, quien en el
forcejeo para que Rosa lo bañara le rompió completamente la camisa.
El Negro chupita fue a
su casa, que quedaba cerca, y le trajo a Manuel una franela nueva de color amarillo que decía en letras muy
grande CREOLE y se fueron a recorrer las calles del pueblo de Caicara cantando
y tocando el cuatro. Al llegar a un establecimiento comercial vieron a cuatro personas sentados en una mesa
jugando una partida de truco y con ellos
estaba un policía del pueblo, y el negro chupita reunió al grupo y dijo en voz
baja:
“Vamos a echarle una
broma al policía Jesús María. Haremos que nos siga por todo el pueblo. Manuel
se va para donde están los jugadores y de manera inocente mirará como se
desarrolla el juego. Cinco minutos después entraré yo y Manuel me reclamará por
qué le rompí la camisa. Fingiremos una pelea, saldremos a la calle y cuando el policía nos dé la voz
de arresto nos vamos y él nos seguirá”
¡Perfecto el plan, pero
te agradezco, por favor no vayas a romper la franela!- ripostó Manuel.
Manuel llegó a la
bodega del viejo Morales, el discapacitado, se puso a mirar el juego de truco y
al poco rato entró el negro chupita y aquel inmediatamente y en tono brabucón le dijo:
¡ Mira, negro e” mierda,
ahora que estamos fuera de tu casa donde te echabas de valiente, quiero que me
digas por qué me rompiste la camisa?
Y aquella mole de casi
dos metros de altura de unos ciento setenta kilos de peso se le avalanzó sobre el pobre Manuel y con las dos manos lo
agarró por la parte baja de la franela y le dio tremendo jalón hacia abajo que solo el cuello
le quedó sano a la franela. Lo demás quedó echo un balandrán El policía
inmediatamente les dio la voz de arresto, pero ellos salieron a la calle y el
policía comenzó a perseguirlo por las calles del pueblo.
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