miércoles, 16 de julio de 2014

EL NORTE ES UNA QUIMERA



                                                       
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¡ Madre, me voy para EE.UU! –Dijo la joven Isabel.
¡Pero mija, explícame eso, porque no lo entiendo?-le replicó la madre
Este país está económicamente arruinado, con una inflación tan alta que ninguna nación del mundo tiene, la inseguridad  lleva a miles de venezolanos y venezolanas a la muerte sin que los organismos de seguridad del Estado combatan con firmeza el flagelo de la delincuencia, la agricultura y la industria van palo abajo, tenemos un  desabastecimiento de productos básicos y cuando los hay para conseguirlos hay que hacer colas inmensas, falta de medicamentos, corrupción, en fin, madre, todo marcha muy mal y por lo tanto, nadie tiene esperanza de nada. Yo no soy chavista y me voy a EE.UU, a ese gran país capitalista al encuentro de mi futuro como persona, a la búsqueda de mi felicidad y a mi superación intelectual. Cosas imposible de lograr en la Venezuela de hoy- Explica la escuálida.
Yo no estoy segura de los argumentos que utilizas como escusas para abandonar el país. Pero de lo que  si estoy segura es que gracias a este país y al esfuerzo de tus padres eres una profesional con un alto cargo y con un buen sueldo en una empresa propiedad del Estado Venezolano, que nunca has pasado hambre ni miseria, que no sabes de calamidades porque tuviste una excelente educación pública y gratuita, buena alimentación, servicio de salud pública y gratuita proporcionada por el gobierno, pudiste comprar tu vehículo y tu vivienda gracias a las facilidades, que da el régimen. El pueblo goza de una red hospitalaria que comienza con los Barrios  Adentro en la comunidad en los que siempre hay un médico  que los atiende, pasando por los CDI, Clínicas populares y los grandes hospitales. Somos unos de los países que más ha combatido el hambre y la miseria, uno de los que más ha luchado contra el analfabetismo, uno donde con mayor justicia se distribuye la riqueza, uno donde más se ha construido viviendas para el pueblo y donde el gobierno desarrolla políticas para transferirle mayor poder al pueblo para  que con su participación lograr soluciones a los problemas porque somos revolucionarios y para la revolución lo primero es el ser humano y en consecuencia, todo lo que se produce y  realicé va en función de nuestra gente. Somos un pueblo lleno de amor, amante de la paz y solidario con otros pueblos del mundo, y se hace un tremendo esfuerzo por combatir la delincuencia y resolver los demás problemas que hoy aquejan a la sociedad como producto de las políticas de la oposición por hacerle cuesta arriba las tareas al gobierno, mermar su popularidad y acabar con la revolución. Hija, te llenas la boca y tu autoestima se vanagloria en detrimento de lo nuestro porque te vas ilusionada para la Meca capitalista. Pero allá te encontrarás con una realidad muy distinta, además de la diferencia en el  trato, la convivencia y el calor humano, el mercado de trabajo para los inmigrantes es fatal y discriminatorio. Ninguna persona, que no sea de los suyos, puede ejercer su profesión libremente, le sale cuidar perros, atender a infantes, lavar platos o cualquier otro trabajito de esta categoría. Allá no hay prestaciones sociales, ni hospitales públicos. Quien no tenga una póliza de seguro, se muere de mengua, no hay planes de vivienda para la gente humilde y quien no pague la vivienda lo embargan y se la quitan. Es un país  con millones de drogadictos y de homosexuales de todas las tendencias, con un gobierno genocida dirigidos por los grandes capitalistas que concentran gran cantidad de dólares a cuenta de las riquezas y el sojuzgamiento de otros países del mundo como África, Asía y América latina. –Le respondió la madre
La joven renunció al trabajo, cobró sus prestaciones y partió a vivir a la Meca del capitalismo. Alquiló un apartamento, buscó afanosamente trabajo y no encontró. All fin, por intermedio de una pareja mexicana con quien entabló amistad, logró trabajar como niñera en un establecimiento de cuidado diario donde debía darle la comida, bañar, asear, vestir y dormir a los infantes y le pagaban por hora de trabajo. Obstinada, decepcionada y sin dinero en tiempo perentorio regresó nuevamente a Venezuela, al hogar de sus padres donde fue recibida con amor, con mucho cariño y en paz. Como si nada hubiere pasado.

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