viernes, 11 de julio de 2014

EL BUEN SEMBRADOR RECOGE BUENA COSECHA



                                  
                                                               
La tierra es agradecida con los seres humanos que la trabaja, la fecunda, cuida y protege. La humanidad de todas las épocas debe su existencia, crecimiento y desarrollo, principalmente, al trabajo de la tierra. Un grano que germina en tierra fértil produce muchos de su misma especie que juntos a otros satisfacen las necesidades de los seres humanos y de los animales. Ahí está la grandeza de la naturaleza. Ahí la conciencia y el deber de protegerla, cuidarla y fortalecerla.

Manuel nació en un hogar  campesino, hijo de padres,  hermanos, abuelos, tíos y parientes campesinos. Hijo de un pueblo de agricultores y criadores de ganado, por lo que su carga de comportamiento hacia el trabajo no podría ser distinto al de su procedencia. Además, a Manuel le gusta, le agrada y goza la actividad de  sembrador.

La naturaleza le dotó de un  instrumento hábil y capaz, desde muy temprana edad, sin conocimiento previo sino practicando el método de ensayo y error se adentró en el proceso de la siembra.
Hoy, cuando su sol recorre el camino del ocaso y es tiempo para la meditación y las reflexiones, Manuel se siente satisfecho de los resultados de su proceso productivo: Cinco hijos que le han proporcionado nueve nietos (quizás 10 porque  viene en camino) y éstos, cinco biznietos (quizás 6, porque uno de acuerdo al código civil  jurídicamente ya es persona) que con su esfuerzo de hombres y mujeres honestos, trabajadores y amantes de la paz contribuirán al engrandecimiento de la patria venezolana.

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