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Existen dos tipos de
lombrices. Las buenas y las malas. Las buenas son las llamadas lombrices de
tierra porque son seres inofensivos y útiles al hombre. Se alimentan de tierra
y ayudan, con los pequeños túneles que hacen, oxigenar la tierra y con la
substancia que su metabolismo elabora la fertilizan y la dejan apta para la agricultura. Sirven
como abono orgánico y de alimento para ratas, sapos. Son utilizadas como
anzuelo para la pesca industrial. Esto es importante decírselo a los niños y a
los jóvenes para crearles conciencia de proteger este amigo de los seres
humanos y de la naturaleza. Las
lombrices malas,-se denominan así porque le hacen daño exclusivamente a los
seres humanos. Son las llamadas oxiuro. Estos son unos gusanos, pequeños y finos que causan un gran
picor en un órgano ubicado en el lugar donde la columna vertebral pierde el
nombre. La infección se transmite al ingerir sus huevos microscópicos. Los
niños, niñas y adultos son presas de estas lombrices que se alojan en su aparato digestivo y
cuando están adultos se alojan a nivel del final del intestino grueso y allí
aplican el picor que desespera al humano afectado, quien opta por rascarse,
rascarse, rascarse y mientras más se rasca más desea. Y si está en un sitio
donde no puede utilizar las manos los vé Ud, moviendo las caderas afanosamente
como si estuvieran bailando un merecumbé. Cuando el enfermo se rasca a mano
limpia y no se lava con jabón contamina lo que toque: alimentos, toallas,
juguetes, ropa de cama, vajillas, vasos y por esta vía transmiten la
enfermedad. Por eso dice el pueblo que la gente que padece de lombrices se las
saca con las uñas.
Un personaje muy
conocido y famoso profesor de Caicara de Maturín en su vida de niño y adulto
siempre padeció ataques fuertes de
lombrices y sus padres diligentemente le
atendieron, pero no obstante, siempre le han acompañado. Estos animalitos, según
el decir de él, estaban acostumbrados a las comidas e intuían el momento en que
su receptor las recibiría. En horas del desayuno se trasladaban a la boca del
estómago a esperar la llegada del bolo alimenticio. Así lo hacían en los demás
momentos. Una mañana, El profe llegó a la
bodega de Rafael Leonett y éste le obsequió un palo de aguardiente. Las
lombrices con sus bocas abiertas en espera del bolo alimenticio se encontraban
en un constante movimiento, se enredaban unas a las otras y algunas de ellas amenazadas de ser desalojada del lugar
estomacal cuando ocurrió lo que nuestro personaje suele llamar LA REBELIÓN DE
LAS LOMBRICES. Los oxiuros fueron sorprendidos en su buena fé: en vez de comida
recibieron un baño de aguardiente “Santa Bárbara” y se rebelaron causándole a
la víctima un gran dolor de estómago.
¿POR CASUALIDAD, HA
SIDO UD. VÍCTIMA DE LAS LOMBRICES? ¡SINCÉRESE!
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