El pueblo venezolano
está constituido por hombres y mujeres trabajadoras. Basta levantarse a las
primeras horas de la mañana para comprobar esta verdad. Miles y miles de
hombres y mujeres, adultos y jóvenes acuden a las fábricas, a los talleres,
oficinas y lugares de trabajo a cumplir con el sagrado deber fomentar la
producción de bienes y servicios necesarios para proporcionarle a los
venezolanos, venezolanos y extranjeros que viven y visitan nuestra patria la mayor suma
de felicidad posible y a la sociedad y al Estado la mayor suma de estabilidad
política y social. No obstante, siempre existe alguno que no le gusta trabajar,
pero si vivir a costa del sudor y la esperanza de los demás.
Cuenta la historia del
pueblo, que en un rincón de nuestra geografía nacional, existió en época pasada
un holgazán o flojo que no salía de un chinchorro. Allí esperaba que la madre
le llevara el desayuno, el almuerzo y la cena. Mientras los demás acudían a las
faenas del campo, el flojo dormía, dormía y dormía y el resto del tiempo era
para comer. Una mañana cuando esperaba que la madre le preparaba el desayuno vio que una mapanare, de esas que matan a cualquier cristiano de una sola mordida,
bajaba por la cabuyera del chinchorro y el muy flojo en vez de bajarse del
mismo y matarla lo que hizo fue preguntarle a su progenitora: “ ¡Mamá, qué será
bueno para una mordedura de serpiente?
En la zona petrolera de
Jusepín, Monagas, otro holgazán cuya conducta era similar al referido en líneas
anteriores pero con más dosis de flojera, no buscaba trabajo porque le
incomodaba de manera irracional que unos gringos o criollos lo explotaran y
vivieran de su trabajo. Pero era tan
flojo que ni siquiera le gustaba soplar con la boca para no realizar ningún
esfuerzo y, según sus argumentos, para ahorrar energías. Y consecuente con esta
línea de proceder no comía alimento caliente, prefería que se enfriara con la acción del tiempo por
no enfriarla con su órgano respiratorio. Eso sí, dicen que era un Rodolfo
Valentino. Le gustaban las mujeres mayores. Estas llenaban y satisfacían sus
delicados gustos. Manifestaba que el día en que decidiera casarse lo haría con
una dama mayor que él, pero que tuviera muchos hijos con capacidad de trabajar
para no tener que engendrar hijos y criarlos. En cambio, si los tenía ya
grandes, mejor. Era factible que sus hijos la
mantuvieran y le quitaran esa carga de encima. Él estaría siempre a su
lado como perro guardián en espera de un
cariñito, pero con casa, cama y la papa
segura. Dicen que prolífera fue su experiencia al respecto. ¡ No me pregunte el
porqué, Ud, sabe cómo se comportan las mujeres mayores con los hombres jóvenes!
Su canción preferida
que entonaba hasta en sueños era un merengue dominicano, de moda para el
momento, cuya estrofa comenzaba: “A mí me llaman el negrito del batey/porque el
trabajo para mí es un enemigo/ El trabajo se lo dejo solo al buey/porque el
trabajo lo hizo Dios como castigo”
Reflexionando sobre este
tipo de ser humano soy de la opinión que ellos mismos no se estiman ni quieren.
Es un ser con una mentalidad de esclavo, sin voluntad, dependiente de los
demás. Está en una escala de valor menor que los animales. Ud, ve muy de mañana
que el pájaro se levanta cantando, alegre, dinámico, llamando a los de su género y sale a buscar su alimento. Eso mismo
hace los demás animales, incluidos el más pequeño como la hormiguita y los
gusanitos. Mientras que el holgazán o flojo vive del esfuerzo de los demás.
En el socialismo todos
los que están en capacidad de hacerlo
están en la obligación de trabajar y de estudiar. Se produce de acuerdo a su
capacidad y se recibe de acuerdo a sus necesidades porque construimos una
sociedad de iguales, solidaria, donde se protege al más débil y donde lo más
importante es el hombre, la naturaleza, la paz y el amor
¡CREE UD QUE EL
HOLGAZÁN ESTARÁ GANADO PARA CONSTRUIR EL SOCIALISMO?
No hay comentarios:
Publicar un comentario