viernes, 24 de octubre de 2014

EL CHINGO Y SU COMBO



                                                                    
                                                                   
En el oriente del país denominan “chingo” a la persona de labio leporino ( deformidad congénita caracterizada por la división del labio superior) cuya voz normalmente tiene un timbre nasal. Todos los chingos que conozco tienen ese timbre nasal característico.
Ahora, el comerciante venezolano, influido por el modernismo extranjero, ha utilizado la palabra “Combo” para referirse a la venta de varios artículos por un monto o cantidad determinada. Asi vemos como en la venta de comidas rápidas te ofrecen un Combo integrado por medio pollo asado, cuatro hallaquitas y una pepsicola familiar por la cantidad de ciento sesenta bolívares. Otro comerciante, te ofrece otro integrado por  un  detergente, una botella de cloro y un lavaplatos por cien bolívares. Determinado partido planifica una movilización y la logística para cada militante consiste en un combo compuesto por un sándwich de jamón y queso, un cambur, una mandarina y una botellita de agua mineral  en una bolsa plástica. En decir, que el combo es una práctica normal y corriente en las relaciones mercantiles o en la logística de cualquier evento a realizar.
En el mercado municipal de Puerto La Cruz-Estado Anzoátegui un  Chingo voceaba a voz alta: “ ¡Compe su combo, compe su combo, señor compe su combo, compe su combo señor!
Un señor  interesado por saber qué vendía el chingo en su fulano “Combo”, se detiene y le pregunta:
¿ Qué vendes, chingo?
¡ no estas escuchando que es un combo!- contesta el chingo.
“ ¿Pero qué artículos contiene ese combo? – pregunta el interesado comprador.
“ Este paño banco floriao, un jabón Camay, un perfume para dama llamado Jean Marie Fariña y un tanco menen”- responde el chingo-
¡ ah….y qué hago yo con ese combo?- pregunta el comprador
¿ Tu tienes mujer?- le pregunta el chingo.
¡Si tengo, y bién joven y bonita- le responde el señor.
¡Bueno, tu vistes la cama con una sábana banca, desvistes a tu mujer y en brazos la llevas al baño y la bañas, la enjabonas con este camay. Cuando termines de bañarla la seca con este paño banco floriao. La tomas en brazos y la acuestas en la cama. Allí la perfumas con Jean Marie Fariña y la entancas, bién entancá con menen- contesta el chingo (y corta el dialogo unos tres minutos)
Entonces, el comprador intrigado le pregunta: ¡Okey, chingo y ahora qué más?
¡Ahora viene lo más interesante: Me llamas a mi¡- contesta el chingo

jueves, 23 de octubre de 2014

¡ UD. ME VE CARA DE IDIOTA!



                                            

La damisela se acomoda en su computadora y redacta una carta para la Caja de Ahorros en la que expresa como motivo de la misma “… es mi deseo RETIRAR el 80% de mis haberes acumulados en la Cala de Ahorros, por cuanto estoy en víspera  de adquirir una vivienda y requiero de ese dinero para equiparla” y  personalmente se dirige a la planta baja donde esa institución realiza un operativo.

Presenta la comunicación a la empleada de la Caja de Ahorros, quien seguidamente, en vista de los datos que contiene la comunicación, busca en la computadora la situación financiera de la solicitante con la institución y al darse cuenta de la misma le dice:
¡ Mija, esta solicitud está negada, debes más de lo que tienes en ahorro!
Y la damisela un poco disgustada le responde: ¡Bueno, yo sé que le debo a la Caja de Ahorros unos  sesenta y dos mil bolívares , pero eso es una cuestión muy diferente a lo que he venido a plantear. Entiéndame Ud, mi petición consiste en que yo quiero retirar el 80% de mis haberes acumulados hasta la fecha por concepto de ahorros!
¡Esa operación no se puede realizar-simplemente porque Ud, debe más de lo que tiene ahorrado!-- contesta la empleada.
¡ Se ño-ri ta, yo no estoy hablando de deudas. Sé muy bien que tengo una  y por ella se me descuenta por nómina quincenalmente una cantidad determinada de dinero por concepto de amortización. Yo lo que deseo es retirar el 80% de mis haberes acumulados hasta hoy. Tan simple como eso!. ¿ Me comprende Ud, ahora?
¡Si, comprendo perfectamente lo que Ud quiere, pero también comprendo que Ud,  supone que yo tengo cara de gafa y que puedo caer fácilmente en la red   que me ha tendido….Definitivamente esa operación financiera no va,  escuchó,… no vá!- responde la funcionaria de la Caja de Ahorros, cortando la conversación

LA DOMÉSTICA



                                                            LA  DOMESTICA
                                                       
Una joven maestra de escuela, con cinco hijas, necesita de los servicios de una doméstica porque la que tenía renunció para dedicarse a su hogar. Habla con su  madre por teléfono planteándole el problema y agradeciéndole, que por favor le consiga una por allá en Maturín, pero que sea una mujer adulta porque las jóvenes eran irresponsables y se dedicaban a levantar novios, sin medir las consecuencias.
Doña Paula diligentemente se encargó de buscar la doméstica que necesitaba su hija. Encontró una señora de unos sesenta años que estuvo de acuerdo en trabajar como doméstica en Caracas con el  sueldo mensual propuesto. Ambas se montaron en un bus, el sábado en la noche, vía Caracas. A las seis de la mañana Doña Paula, con su vieja acompañante, tocaba el timbre del apartamento de su hija Ana, ubicado en la esquina de San Ramón- Avenida Fuerzas Armadas- Caracas.
A las ocho de la mañana Ana hizo el desayuno y lo sirvió. Recogió los platos y utensilios utilizados y los lavó. Mientras tanto, la vieja doméstica ya desayunada, veía televisión. Comenzó a preparar el almuerzo y a las doce y media todos se arrimaron a la mesa y comieron, incluso la vieja doméstica, quien luego de esta comelona, volvió a sentarse al frente del televisor con una cara de gozo y de carcajadas viendo  la cinta del coyote tratando de atrapar al corre caminos que en ese momento pasaban .
Ana, con la cantidad de platos y utensilios sucios en  lavaplatos y viendo que la doméstica estaba exhorta disfrutando la película animada sin percatarse de su trabajo, se le acercó y le murmuró:
¡Señora, por favor, le agradezco vaya a lavar los platos que se utilizamos en el almuerzo!
Y la vieja doméstica fúrica y con los ojos desorbitados, le contestó:
“¡Mire, muchachita, Ud me respeta, cómo es eso de atreverse a darme orden a mí que estoy descansando sentadita viendo la televisión…qué es eso, yo puedo ser su abuela. Más respeto conmigo niña,  no vé UD que está tratando con una mujer  mayor en años que Ud y que debe guardar la distancia ¡”
Ana, le contestó: “ Esta bién, señora” y lavó los platos .En la tarde hizo la cena  y la sirvió.
El día lunes, a las cinco de la mañana, a la hora de salir para la escuela a trabajar, habló con la vieja doméstica y le impartió las siguientes instrucciones:
“Haga arepas, allí en la nevera hay queso, jamón, leche, huevos y comen, tanto Ud como las cuatro niñas mayores, cuando la bebe se levante le hace y le dá el tetero, y por último escoja bien y lave estas caraotas y me las pone a remojar que yo las hago para el almuerzo.”
Cuando Ana regresó a las doce de la escuela, le preguntó a la vieja doméstica si había cumplido las instrucciones que le había dado en la mañana y recibió por respuesta:
“Mira mija, esas muchachas tuyas ya son unas mujeres que bien pueden ellas mismas hacerse sus arepas y comer lo que quieran. Yo me hice dos buenas arepas, las rellené con jamón y queso, y con café con leche me dí mi tremendo desayuno. La que se fue levantando fue a la cocina y se preparó su comida. La bebe se levantó llorando le dí arepa con queso pa” que vaya aprendiendo a comer, muchacho debe comer frijol, caraota, pescao salado, chícharo, cosas así, ¡qué es eso de tetero, así me criaron a mí y así crié yo a mis hijos ¡”
La mayor de las hijas de Ana, de unos catorce años, la llamó aparte y le dijo llena de miedo:
“Mamá, esa vieja es loca, cuando la bebe lloraba ella le gritaba que se callara porque si no la iba a lanzar por la ventana.”
En la noche salió doña Paula, acompañada con su vieja doméstica, de regreso para Maturín.

viernes, 3 de octubre de 2014

ALDAZONI



                                                              
                                                           
Aldazoni  fue un funcionario del Ministerio de Hacienda en Maturín. Allí se desempeñaba en el Departamento de Impuesto Sobre La Renta. Dicen, quienes lo conocieron, que fue un servidor público eficiente y capaz en el desempeño de sus funciones. Pero, ( Siempre el maldito “ pero”  que nunca deja incólume la conducta de ningún cristiano), el hombre tenía como hobbie, empinar fuertemente el  codo el viernes en la noche, sábado y domingo. Costumbre ésta que se extendió a los otros días de la semana con el pretexto de “sacarse el ratón”.
Un día cualquiera apareció en el pueblo de Caicara de Maturín, acompañado de un leal, disciplinado y vigilante perro, que siempre estaba a su lado. En poco tiempo,  los caicareños y caicareñas conocieron la existencia de este personaje. El hombre se relacionó mucho con la población, estrechó amistades y quien lo solicitaba para que le resolviera un problema de contabilidad o de impuesto sobre la renta, le prestaba el servicio de inmediato.
¡Aldazoni tengo la contabilidad del mes atrasada, me puedes echar una mano, hermano¡-le decía un comerciante .-
“ ¡Sí, hermano, estoy a su orden, cuándo empezamos?- respondía él amablemente e inmediatamente se disponía a trabajar. Resuelto el problema el cliente le preguntaba:
¡Cuánto te debo, hermano?
Y él le respondía: “! Barato, hermano, deme algo para los palos y  la comida para mí y el perro ¡
Lo cierto fue que aquellos dos seres pasaron el hambre hereje, como dice el pueblo. Uno consumiendo más  aguardiente que alimentos; y el otro, sentadito como un soldado delante de su amo esperando que éste se acordara que  tenía hambre
.Cuando el can observaba que Aldazoni se hacía el indiferente, lanzaba un gemido imperceptible con la finalidad de recordarle que tenía mucha hambre. Pero las energías vitales se agotan y hay que renovarlas; si no, viene  la hecatombe.
En una oportunidad, el hombre bebió  de manera continua varios días. El hambre y el agotamiento atacaron severamente al pobre perro. Sentadito frente a su amo, con la mirada fija viendo como su compañero se perdía en las negras consecuencias del licor, el pobre perro fue presa de grandes convulsiones que le ocasionaron la muerte.
Sin perro, sin pareja y sin nadie que lo acompañara en su desgraciada vida, Aldazoni quiso buscar otro perrito, pero, como si todos se hubieren puesto de acuerdo, ninguno aceptó quedarse con él. Lo dejaron solo, como diciéndole: ¡Amor con hambre no dura, a otro perro con ese hueso ¡

lunes, 22 de septiembre de 2014

LA HOSCA DAMA VENDEDORA DE ZAPATOS




                                                  Por Félix Leonett Canales
¿Mi amor,  qué hago con estas sandalias que conseguí revisando estas cosas viejas? –interrogó el esposo.
¡Déjame verla, cariño. ¡ 0h, si están nuevecitas, sin uso ¡-exclamó la dama otoñal, que en lucha frontal con  los males que aquejan a los que pisan el terreno de la tercera edad, se mantiene activa, jovial y con cuerpo de carajita. Y el día siguiente para ir al trabajo se vistió de pantalón blanco, cota blanca, se calzó sus sandalias y se terció una cartera pequeña que hacia un perfecto juego con las prendas de vestir antes señaladas.
La dama tomó el Metro, al llegar a Chacao dejó la estación y se dirigió al trabajo. Al andar observó que una suela de las sandalias se está despegando. Tomó la decisión de comprar unos zapatos nuevos y se dirigió a la zapatería más cercana. Al llegar observa que la misma está cerrada y la suela de la sandalia está completamente despegada. Se dirige a otra zapatería ubicada hacia el norte de la avenida Francisco de Miranda,  a cuadra y media, a comprar urgentemente los zapatos. Pero cuando llega está cerrada y  uno de comerciantes le informó que la zapatería abría a las diez de la mañana. Toma el camino de regreso a la anterior zapatería y en el trayecto observa con estupor que la otra suela de la sandalia se estaba despegando de manera acelerada. Llega a la venta de zapatos y está cerrada. No ha llegado la que regenta el negocio.
La dama otoñal no le queda más opción que esperar  a la vendedora. Se acerca a la entrada del negocio y al poner el pie en  el quicio la suela de la sandalia se desprendió por completo, allí la dejó. Minutos después llegó la vendedora y ella le preguntó cuándo abría la zapatería porque necesitaba comprar unos zapatos y la vendedora con cara de brava, ojos saltones, voz estridente y con una conducta ajena a la zalamera de los buenos comerciantes, le replicó:  ¡ Señora, tendrá que esperar porque voy a limpiar esa mierda que la gente inculta, sucia e irresponsable dejó en la puerta de la zapatería!
La dama otoñal, ante la conducta de la vendedora, no abrió la boca para no descubrirse de ser la autora de aquella “Caca”. Al poco rato regresó la vendedora con una enorme arepa rellena con jamón y  queso. Así como un litro de jugo. Después que desayunó se apareció con un tobo con agua y detergentes, una escoba y un mope y comenzó a echarle agua a la “caca”. Allí es donde se percató que lo que ella creía estiércol humano era simplemente la suela de una sandalia. Pero de todas maneras lavó la acera.
Abrió la tienda y la dama otoñal le dijo: ¡ Mija, búscame unos zapatos treinta y seis que conbine con la ropa que llevo puesta y con la cartera!
-¡Perdone señora, pero Ud. no es talla treinta y seis!- Le grita, con los ojos desorbitados la vendedora.
¡ Doña, mi talla es treinta y seis!- le reitera la dama otoñal.
¡Ud, no es talla treinta y seís. Yo tengo veinte años en esta zapatería y por lo tanto tengo vasto conocimiento de las diferentes tallas. Y Ud. no es talla treinta y seis, escuchó ¡
La dama otoñal mentalmente se dijo: ¡Cálmate genio mío No puedo pelear con esta vieja vendedora que me tiene la piedra a fuera. Necesito calmarme. Me objetivo es comprarme un par de zapatos ¡. Y dirigiéndose nuevamente  a la vendedora, cariñosamente le dijo:
¡Cielito búscame unos zapatos que me queden bien  y combinen con  la ropa y la cartera!
La vendedora le trajo unos zapatos blancos con “la trompa” negra, talla treinta y seis que al probárselos le sobraba como cuatros dedos de zapatos en la parte del talón.
¡Te fijas que no eres treinta y seis, tengo yo o nó la razón?- Le gritó nuevamente la vendedora.
¡Sí amiguita, tiene Ud. toda la razón, pero búsqueme unas sandalias que me queden bien!
Fue entonces cuando la vendedora le trajo unas sandalias que le quedaron bien y la dama otoñal resolvió el problema y cumplió con el trabajo en su oficina.