Por. Félix Leonett Canales
Hace exactamente cincuenta y dos años que no visitaba a Mundo
Nuevo. Tierra donde la lucha revolucionaria de la década de los años sesenta,
junto con otros combatientes, me colocó para promover un trabajo social que
permitiera avanzar en la creación de un frente de lucha armada para la toma del
poder político y construir un gobierno popular que facilitara, mediante una
verdadera democracia y con el pueblo mismo en ejercicio resolver los problemas
de la sociedad venezolana, hacia mejores condiciones de vida del ser humano.
En aquella oportunidad recibí el apoyo del viejo Catalino
Siso y de sus hijos, principalmente de Carmito, Ildefonso, José Roberto, Pino Pino y El Teniente, gente
humilde, trabajadora, leal y de principios morales. Recibí igualmente la
amistad incondicional y el apoyó fraterno de los campesinos de la hacienda “La
Quinta”. Mi compadre Augusto Ruíz, su esposa y demás familiares tienen en mi corazón un altar donde con la familia
Siso viven eternamente.
Por intermedio de mi hija Nancy Leonett Paisano una mañana de
Agosto del año 2014, en pleno desayuno, conocí al Dr José Gregorio Siso, hijo
de José Roberto Siso y de doña Elina María de Siso. Nuestra amistad no nació
ese día, fue un nuevo encuentro que cincuenta y dos años después puso de
manifiesto la verdad de una siembra que dió sus frutos en aquellos viejos
tiempos y nuevamente brotó como un torbellino para consolidar en el presente y el futuro los lazos de
amistad entre nosotros. Amistad nacida y amasada en las luchas por una patria
mejor, en la creencia de que nuestros esfuerzos aunados a los trabajadores y
trabajadoras y del pueblo venezolano van por el camino que nos trazaron grandes
hombres como Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre,
Ezequiel Zamora y Hugo Rafael Chávez Frías. Allí acordamos, entonces, hacer una
gira por Mundo Nuevo para recordar los viejos tiempos.
El sábado, seis de septiembre del año en curso, salimos vía a
Mundo Nuevo. Además de los antes nombrados, nos acompañaron Yannelys Sánchez de
Siso (esposa del Dr José Gregorio), Enrida de Sánchez, José Gregorio Siso Sánchez (hijo), Raiza Barreto, Manuel
Guerrero, Elice Vallenilla, Luís Natera, Alicia Siso, Camila Siso Sánchez, María Victoria Siso Sánchez, Nancy Leonett
Paisano, Félix Alejandro Leonett Paisano y allá se incorporaron: José Roberto
Siso “El Negro”(hijo) Rafael Simoza, Carlos Aguilarte, José Acosta, Chapulín y
Daniel Barreto.
Llegamos a una
“Pequeña” casa ubicada en el sitio “El Guayabo”, propiedad de la familia Siso.
La misma tiene más o menos cuatrocientos dieciséis metros cuadrados de
construcción. Diez cuartos ( cuatro por cuatro, cada uno con su baño interno),
una cocina y un salón-comedor. Separando la hilera de cuartos existe un pasillo
de unos dos metros de ancho y de veinte metros de largo aproximadamente.
Alrededor de la estructura interna de la casa existe un corredor de tres metros
de ancho y setenta y dos metros de largo
aproximadamente. Pero los que más me impresionó y me llenó de felicidad fue el
nombre con que el camarada Goyo (Dr
Siso) bautizó la casita: “El Cuartel de los Cinco Comandantes” en honor al
Generalísimo Don Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre,
Ezequiel Zamora y Hugo Rafael Chávez Frías . Desde que llegamos comenzamos a
jugar truco y a cantar con un cuatro. Al respecto, me complace destacar la
magnífica voz que la naturaleza le dio al Negro Siso y la forma cómo interpreta
la música llanera, superando con creces la de su padre José Roberto Siso.
Póngase Ud, a pensar: Si con aquella
vocecita melodiosa que tenía el viejo Roberto en su juventud salíamos a parrandear a Mundo Nuevo y se
convirtió en dueño y señor de las flores que se daban en la comarca,(Un Juan
Charrasqueado) que hubiera sido de las jóvenes y viejas si el hombre hubiera
tenido una voz potente, dulce y melodiosa como la que hoy tiene su hijo ?
La señora Elina María es una artista. ¡Qué mujer tan especial!
. Recita, canta galerones y polos margariteños, pero su jocosidad fué tal que
le improvisó versos poéticos a José Roberto Siso, su esposo, que a éste, como a
los demás nos pareció bellísimos y llenos de sabiduría popular. De manera tal,
que todos coincidimos en que si alguno de sus hijos salía malo “No era por la
gallina, sino por el gallo”.
Salimos en la tarde para “La Quinta”. Todavía está el
trapiche donde todos los días se hacía la molienda y se elaboraba el papelón
dulce y sabroso que veinte de ellos envueltos en un aro de bejuco y cachipo de cambur constituían
una “cuenta” y se vendían en Mundo
Nuevo, Areo, Punta de Mata, Caicara de Maturín y demás pueblos del oriente del
país. La acequia que recoge las aguas del rio Amana y las distribuye por las
tierras fértiles de la hacienda, todavía hace su trabajo como una cantarina
campesina que se adentra por los cañaverales con un presagio de esperanza de
que la próxima cosecha va a ser más abundante y buena.
Pasamos por el terreno donde estaba la casa de mi compadre
Augusto Ruíz y su esposa, cerca del
manantial donde se abastecían de agua potable la familia del viejo
Catalino como las de sus hijos. Allí mi
compadre Augusto tenía un hermoso sembradío de Ocumo Chino que salcochado y
acompañado con pescado salado, sardina o queso constituían una delicia al
paladar de los coterráneos. Hoy el manantial, después de cincuenta y dos años, sigue con un caudal de agua extraordinario,
pero el sembradío desapareció, según Ramón Bolívar, un campesino que tiene su
casita allí en el cerrito, por causa de
un hongo que daña y pudre la semilla.
Conversamos con Ramón Bolívar, con su mujer Salomé Febres
Betancur y con sus hijos. Estaban desgranando caraotas cuando llegó el grupo
integrado por el Dr Siso, Nancy Paisano, Felix Alejandro Leonett y este
servidor. Conversamos de todo. Nos brindaron café y hasta nos ofrecieron unos
pescaditos fritos que habían sacado del
rió. ¡Qué desprendida es nuestra gente campesina, lo poco que tiene lo comparte
y para ellos esa acción les llena de felicidad!
Nos trasladamos a Mundo Nuevo. ¡Qué cambio ha recibido el
pueblo con la revolución bolivariana! . Un hermoso, sólido y panorámico puente
sobre el río permite comunicarse vialmente de Monagas con el territorio de
Anzoátegui en virtud de que el cauce del rio es límite entre ambos Estados.
También el Gobierno revolucionario construye un colegio y un dispensario,
le ha otorgado pensiones a más de ciento
cincuenta adultos mayores y agradecen todo esto al camarada Diosdado Cabello
quien se comprometió a impulsar la solución de estos problemas cuando en el
2013 visitó a Mundo Nuevo y también se enamoró de su paisaje y de su gente
Antes de pasar el río nos encontramos con una hermosa valla
alusiva a la obra del puente por parte del gobierno revolucionario y con un hermoso retrato del comandante Eterno Hugo Chávez Frías, al pie de ella nos tomamos
varias fotos, pero una de ellas me llamó la atención. Es aquella donde este
narrador aparece con un sombrero que le prestó uno de los cuñados del Dr Siso,
montado en un caballo que al momento de la foto, bajó la cabeza como diciéndose
a si mismo: “Que vergüenza ajena con este ridículo jinete que me montó esta tarde”.
Esta gira fue un acontecimiento lleno de felicidad:
recordamos, jugamos truco, cantamos, reímos, echamos chistes, compartimos,
comimos sabroso, vimos un hermoso amanecer, el ordeño de las vacas para hacer
el queso, la manada de pavos que recorren el inmenso patio de las dos casas. Y
allá no muy lejos el cerro de “Vallecito” por donde transitaba la guerrilla
revolucionaria Solo lamento la muerte de los dos pavos y las dos gallinas que
ofrendaron sus vidas por la felicidad nuestra: Ese lema popular que reza: LA
MUERTE DE UNO ES LA FELICIDAD DE OTRO parece reflejar una verdad de esta vida.
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